Las máscaras que llevaban puestas no le dieron impunidad a cuatro sujetos –egresados de la Glenelg High School, del estado de Maryland (EE.UU.)– que pintaron decenas de esvásticas en su escuela. Sus teléfonos inteligentes se conectaron automáticamente al Wi-Fi de la institución y quedaron registrados en la red con sus nombres reales como usuarios, según The Washington Post.
En su último día en la escuela, justo en vísperas de la celebración –hace ahora un año, en 2018–, los cuatro jóvenes pintaron más de 100 inscripciones con esvásticas y consignas racistas en las paredes del edificio y la zona del patio.
Entre otros, un grafiti estaba dirigido a un director de escuela negro.
Una vez identificados por el registro del Wi-Fi, la Policía procedió a interrogarlos, antes de la ceremonia de la graduación, pero solo uno de ellos admitió culpabilidad.
Los cuatro fueron acusados no solo de vandalismo y daños a la propiedad, sino también de delitos de odio. Ante el tribunal, los inculpados aseguraron no ser racistas, y afirmaron que dibujaron las esvásticas por estupidez. Fueron sentenciados a varias semanas de prisión, servicio comunitario y libertad condicional.