76.000 millones de pastillas en 6 años: una base de datos oficial muestra cómo se disparó la epidemia de opiáceos en EE.UU.
La base de datos de la Administración para el Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés) sobre la venta legal de analgésicos opiáceos entre 2006 y 2012, a la que ha obtenido acceso Washington Post, evidencia un enorme aumento durante ese período de tiempo, una disparidad en la distribución geográfica de su consumo y el control que ostentan unas pocas compañías sobre el mercado de estos peligrosos fármacos.
"Tsunami de opiáceos"
En total, las farmacias estadounidenses dispensaron en seis años 76.000 millones de pastillas de oxicodona e hidrocodona. Las ventas anuales de estos opiáceos aumentaron en un 51%, desde los 8.400 millones de 2006 hasta los 12.600 millones de 2012.
En comparación, el consumo de otros potentes analgésicos como la tradicional morfina creció durante ese periodo en poco más de 500 dosis por año.
"Estos datos confirman que la industria farmacéutica creó un tsunami de opiáceos que elevó las tasas de adicción y la mortalidad", cita CBS al doctor Thomas Frieden, exjefe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglos en inglés).
Entre 2006 y 2012, el consumo de opioides legales causó la muerte decerca de 100.000 personas en el país. Esta cifra se elevó a 47.600 solo en el 2017, revela un estudio de los CDC.
Distribución desigual
Según los datos de la DEA, el consumo de opiáceos difiere de una unidad administrativa a otra y puede ser sumamente desigual en condados vecinos.
Entre las zonas con mayor uso están la ciudad de Norton (Virginia), de cerca de 4.000 habitantes, donde se consumían anualmente 306 pastillas por persona, y el condado de Charleston (Carolina del Sur), la ciudad de Martinsville (Virginia) y el condado de Leavenworth (Kansas), donde se registró una venta anual de 248, 242 y 226,5 dosis por habitante, respectivamente.
Los estados más expuestos a la epidemia de opiáceos fueron Virginia Occidental, Kentucky, Carolina del Sur, Tennessee y Nevada, con un consumo de entre 66,5 y 54,7 pastillas por habitante y año.
Al mismo tiempo, estas cifras contrastan con las de otros condados del país, donde casi no se prescribieron analgésicos opioides.
Para Washington Post, esta disparidad en el número de prescripciones pone de relieve la corrupción de algunas clínicas y vendedores. Según el rotativo, el fenómeno dio origen a un "turismo de recetas" hacia Florida, que afectó también a los estados de Georgia, Kentucky, Virginia Occidental y Ohio.
Los beneficiarios de la crisis
Los datos de la DEA muestran que el mercado de los opiáceos en EE.UU. está repartido entre un pequeño grupo de compañías farmacéuticas.
Así, el 75 % de su distribución entre 2006 y 2012 estaba controlado por solo seis empresas: McKesson Corp., Walgreens, Cardinal Health, AmerisourceBergen, CVS y Walmart.
La producción estaba aún más monopolizada: tres corporaciones —SpecGx, Actavis Pharma y Par Pharmaceutical—, eran responsables del 88 % de las pastillas.
Al mismo tiempo, Purdue Pharma, acusada de haber contribuido a la epidemia con su agresiva promoción de su medicamento OxyContin, representaba solo el 3 % del mercado.
Rechazo de responsabilidades
A pesar de enfrentar demandas de alrededor de 2.000 ciudades, pueblos y condados, estas compañías siguen sin reconocer su responsabilidad en la epidemia mientras señalan a los médicos y a los propios consumidores.
"Las acusaciones […] no han sido probadas, son falsas y simplifican en gran medida la evolución de esta crisis sanitaria, así como las funciones y responsabilidades de los numerosos actores de la cadena de suministro farmacéutico", reaccionaron a la divulgación de los datos de la DEA desde McKesson Corp.
"Las farmacias dispensan medicamentos, incluyendo sustancias controladas, a pacientes que tienen recetas autorizadas escritas por doctores, médicos y otros prescriptores", afirmó por su parte el distribuidor CVS.