Renee Bach, una misionera estadounidense originaria de Bedford, Virginia, pasó de ser elogiada en Uganda por su lucha contra la desnutrición infantil a enfrentarse a la Justicia de ese país por su presunta responsabilidad en la muerte de decenas de niños.
Bach, de 30 años, había fundado una organización para proveer alimentos a niños en pobreza extrema de la localidad ugandesa de Jinja, donde se mudó hace unos diez años tras haber sentido, según cuenta, una especie de llamado de Dios para ayudar al prójimo.
"Fueron un sentimiento y una experiencia muy, muy profundos [...] como si hubiera algo que se suponía que debía hacer", relató a NPR la mujer, que decidió establecer en el sitio el centro benéfico 'Serving His Children' (Sirviendo a sus hijos), una rama de una organización evangélica con sede en EE.UU.
105 niños fallecidos
La organización sin fines de lucro SHC comenzó a colaborar con el Gobierno de Uganda, rápidamente ganó la aceptación y el elogio del pueblo, y en 2014 recibió una licencia médica por la que únicamente podía funcionar como una clínica ambulatoria, sin el permiso para realizar procedimientos complejos.
Sin embargo, Bach reconoce que el SHC prestaba servicios médicos desde 2010, y la documentación de SHC señala que 105 niños ugandeses fallecieron en el centro de entre los 940 que fueron admitidos entre ese año y el 2015.
"Se cometieron errores y se aprendieron lecciones, pero los errores y las lecciones de la vida nunca causaron daño a ninguna persona", aseguró Bach a NBC News, afirmando que la "tasa de éxito" de la organización en el tratamiento de niños desnutridos era de más del 96 %.
Sin embargo, el centro registró en 2011 una mortalidad del 20 % entre todos los niños que ingresaron, que para el año siguiente se redujo al 18 %. En 2013, cuando la directora de SHC contrató a dos doctores, la tasa bajó hasta el 10 %.
Sin formación médica
Tras una denuncia a la Policía sobre irregularidades, y luego de que su licencia médica expirara, el SHC fue clausurado en 2015. La denunciante, Jackie Kramlich, formaba parte de la organización como una de los varios voluntarios estadounidenses que pasaron por ella.
Kramlich recuenta un episodio que, según ella, resume gran parte de las situaciones cotidianas en el SHC: en octubre de 2011 Bach se encontraba sola en el centro cuando ingresó una niña de 9 meses con severos problemas de salud, y la misionera realizó una serie de diagnósticos que apuntaron a que tenía malaria.
Bach supo que la niña necesitaba una transfusión de sangre, y de inmediato procedió a realizársela, a pesar de no ser doctora ni tener formación médica profesional alguna. Minutos después, la pequeña comenzó a mostrar una reacción adversa, y Bach llamó a Kramlich para solicitar su auxilio.
Al llegar al sitio, la directora del centro, aún sosteniendo la intravenosa, le dijo: "Sabes, creo que podría estar teniendo una reacción. Pero no lo sé, porque Google dice que si se estuviera teniendo una reacción, habría un sarpullido. Y no veo ningún sarpullido", recuenta Kramlich.
Cita ante la Justicia
Este episodio había sido relatado detalladamente por la misma Bach en una entrada de su blog que ahora ha sido eliminada. No obstante, una copia de su contenido fue adjuntada a una reciente demanda legal contra la misionera que busca responsabilizarla por la muerte de los niños en el SHC.
Las demandantes corresponden a dos mujeres que perdieron a sus dos hijos en 2013 y en 2018, el último de ellos luego de que la clínica fuera reabierta sin la participación de Bach en los procedimientos médicos. Ellas aseguran no haberse dado cuenta de que Bach no era doctora hasta después de la muerte de sus hijos.
La misionera, no obstante, asegura que en la más reciente de esas muertes el niño nunca llegó a ser admitido a la clínica, y afirma que cuando ocurrió el primero de los fallecimientos ella no estaba en Uganda.
"Nunca lo conocí, nunca conocí a su madre. Pero puedo decir con confianza que mi corazón se parte por ella", expresó Bach. Entretanto, una investigación realizada este año por funcionarios de salud de Uganda no encontró evidencia de que la mujer participara activamente de los tratamientos a niños.
Tras recibir varias amenazas de muerte, la misionera se mudó de vuelta a EE.UU., por lo que se ausentó de una audiencia judicial a la que fue convocada en marzo en Uganda. La próxima cita está programada para enero de 2020 en Jinja.