El Gobierno de México espió a civiles y diplomáticos de países como China, Rusia, Irán y Corea del Norte, de acuerdo con un documento clasificado que revela parte de los acuerdos de la inteligencia mexicana con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los EE.UU.
El documento, dado a conocer por la revista Proceso, reproduce parte de un reporte de Eugenio Ímaz, exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), presentado en Washington el 15 y 16 de abril de 2013 para informar sobre los avances en el espionaje contra objetivos específicos, a petición de la CIA.
Entre los "objetivos de interés para la CIA" se encontraba el intercambio de información sobre supuestos agentes de inteligencia chinos, encubiertos como corresponsales en México, así como el seguimiento a vehículos y funcionarios diplomáticos rusos, incluyendo un énfasis especial en Igor Barsukov, quien era agregado militar de Moscú acreditado en México.
Entre las prioridades de Washington también se encontraba el rastreo de "operaciones clandestinas" de Corea del Norte en México y América Latina, además del seguimiento a una presunta red apoyada por la Embajada de Irán para introducir ciudadanos de aquel país a territorio mexicano, "con fines de ser trasladados a EE.UU.".
Otro de los objetivos de la inteligencia estadounidense era contar con un registro puntual de las comunidades musulmanas asentadas en México, "con el fin de neutralizar cualquier expresión del extremismo islámico en el país", según los documentos.
"También se revelan casos específicos de espionaje internacional en México que son realizados por el CISEN a nombre de la CIA, o viceversa", señala el reportaje.
"Inquietud" de militares mexicanos
En otro texto, publicado en la misma revista, el corresponsal del semanario mexicano en Washington afirma que durante el sexenio de Peña Nieto, el Gobierno de México propuso a EE.UU. participar en un esquema de cooperación en inteligencia que incluyera la presencia ilimitada de agencias estadounidenses en territorio mexicano.
El reportaje detalla que "el CISEN propuso la participación de espionaje de EE.UU. sin limitar su presencia y operación en territorio mexicano", en el marco de un proyecto denominado Switch Access, impulsado por la adminsitración del expresidente estadounidense Barack Obama.
En los documentos clasificados también se especifica la presencia que tenían agentes estadounidenses en México, bajo la justificación de la lucha contra los cárteles de la droga, y se detalla la inconformidad de los mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional de México por "sobrevuelos" de agencias de inteligencia estadounidenses sin la presencia de efectivos mexicanos.
El CISEN expresó a Washington su "inquietud" por la presencia de agentes estadounidenses y la existencia de dos plataformas aéreas (K.A.-300 y PC-12) "operadas por empresas civiles contratadas por el Departamento de Defensa de EE.UU.". Esas instalaciones tienen su base en San Antonio, Texas, pero poseen independencia de vuelo en los estados mexicanos de la frontera noreste: Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León.
De acuerdo con el reportaje, los documentos evidencian la presencia de EE.UU. en territorio mexicano, a raíz de la creación del CISEN, durante el sexenio del expresidente de México, Felipe Calderón (2006-2012).
A cambio de la cooperación prestada a EE.UU., el Gobierno de México recibió ayuda para identificar y ubicar a líderes del narcotráfico, lo cual permitió, entre otras cosas, la captura de Joaquín el 'Chapo' Guzmán, capo del Cártel de Sinaloa.
Pero no es la primera vez que se evidencian esta clase de vínculos. En 2017, documentos desclasificados de EE.UU., vinculados con el asesinato del expresidente John F. Kennedy, revelaron que al menos tres expresidentes del país latinoamericano (Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría) operaban como informantes dentro de la nómina de la CIA.