Más de dos décadas después de que la virulenta crisis financiera que sacudió Asia, la consultoría estadounidense McKinsey & Co. estima que los indicios de una posible reedición de la misma son "amenazadores". No en vano, sus expertos recomiendan a los gobiernos y las empresas monitorear las causas de una eventual recaída.
La crisis asiática de deuda de 1997 devastó especialmente las economías del sudeste del continente, se prolongó muchos años y se sintió en los mercados de todo el mundo, recuerdan dos analistas en un resumen del informe que McKinsey publicó en su sitio web. Asimismo, admiten que la crisis financiera de 2008 sigue repercutiendo en el mundo al tiempo que se avecina un nuevo "estrés".
A continuación los autores mencionan tres "condiciones fundamentales de estrés" que, aparentemente, son válidas para toda Asia.
Ante todo, en el sector real, a las compañías se les pone cuesta arriba cumplir con el servicio de la deuda, mientras que los hogares en Australia y Corea del Sur han acumulado niveles de deuda insosteniblemente altos.
En segundo lugar, el sistema financiero asiático "muestra vulnerabilidad" debido a los rendimientos más bajos y a los mayores costos de riesgo, especialmente en los mercados emergentes. También se destaca la dependencia continua de bancos e "instituciones bancarias en la sombra" de los préstamos y se pone en tela de juicio la ductilidad del capital.
Por último, las entradas de capital transfronterizo han descendido a escala mundial desde que alcanzaron sus cotas máximas en 2007. En Asia, por el contrario, el índice ha superado los niveles previos a la crisis financiera mundial, si bien los expertos se muestran preocupados por una proporción "dramáticamente mayor" de entradas extranjeras.
Los analistas no garantizan que su previsión sea segura. Según ellos, "queda por ver" si las condiciones de estrés son "lo suficientemente acumulativas como para provocar una nueva crisis".
La crisis de deuda de 1997 se desencadenó después del crecimiento impetuoso de las economías de Asia, acompañado de un flujo intenso de capitales y un alza de las deudas estatales y corporativas. La economía se había sobrecalentado y la crisis trajo consigo la caída de varias divisas nacionales, la bancarrota de muchos bancos, el estancamiento general de la economía y el final de algunos gobiernos.