El monte Uluru, una importante atracción turística del centro de Australia, se cerrará a los visitantes a partir del 26 de octubre después de que las comunidades aborígenes, que lo consideran un lugar sagrado, reclamaran que se prohibiera el ascenso a la montaña.
Entre los opositores a la iniciativa estaba la senadora Pauline Hanson, quien decidió escalar el sitio para expresar su rechazo. Sin embargo, al fracasar en el intento de ascensión, cambió de opinión y dijo que entiende el impedimento.
La líder de One Nation apenas pudo subir unos 40 metros y culpó a su calzado. "No voy a subir más" advirtió. Este fracaso fue el que la llevó a dejar de lado los cuestionamientos, ya que ahora asegura que respeta la prohibición porque no hay "suficiente seguridad", a la vez que reconoció: "Es bastante aterrador. Me sorprendió".
"Hay problemas y después de haber estado allí para verlo, el problema principal es sobre la seguridad, porque alrededor de 35 personas han perdido la vida al caer de la roca", detalló.
Críticas previas
Además de haber calificado la decisión de impedir los ascensos como "ridícula", Hanson había dicho que la medida era similar a clausurar la popular playa Bondi, en Sídney. "¿La gente ha estado escalando la roca todos estos años y ahora de repente quieren cerrarla?", se preguntó
También había expresado que el acceso al monte era una fuente de ingresos para las comunidades aborígenes de la zona, ya que "miles de turistas van allí cada año y quieren escalar la roca".
Las autoridades del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta habían votado de manera unánime en 2017 el cierre de la subida al monte, lo que fue recibido por las comunidades locales como una forma de corregir un "error histórico".
Luego de que las restricciones en el monte Uluru, también llamado Ayers Rock, fuesen conocidas, aumentó la cantidad de visitantes que buscan escalar el lugar. Según medios locales, el área es visitada cada año por unas 300.000 personas.