Además de confirmar un episodio descrito en la Biblia y arrojar luz sobre una guerra entre los reinos de Israel y Moab, las inscripciones de un altar, descubierto en el 2010 en el sitio jordano de Khirbat Ataruz, son el ejemplo más temprano de la escritura moabita, dijo el pasado jueves a Live Science el arqueólogo Christopher Rollston, uno de los autores de un estudio sobre el artefacto, publicado recientemente en la revista Levant.
Se trata de dos textos del siglo IX a. de C. escritos con signos del alfabeto moabita y numerales egipcios. Narran sobre la rebelión del rey Mesha, que logró acabar poco antes con la dominación de Israel sobre la región de Moab.
Durante la guerra, tomó y saqueó Khirbat Ataruz, conocida en la antigüedad como Atarot. El pillaje fue registrado en una de las inscripciones sobre el altar, que detalla las cantidades de bronce tomadas por Mesha como botín.
Otro texto, mucho menos comprensible, probablemente también describe el episodio bélico. Así, menciona "4.000 hombres extranjeros dispersados" y "abandonados en gran número". Además, recuerda una "ciudad desolada".
Aunque admiten que "queda mucho por aclarar" sobre la inscripción, los investigadores suponen que tendría un sentido dedicatorio y/o conmemorativo "e incluso podría hacer referencia a eventos históricos relacionados con la conquista moabita de Atarot y su territorio circundante". De este modo, el altar confirmaría la narrativa bíblica sobre los sucesos, señaló Rollston.
Asimismo, indicó que se trata de "la evidencia más temprana" del uso de la escritura moabita y resaltó la "sofisticación" de los escribanos locales, comparable a la de los escribas del antiguo Israel.
El idioma moabita, a veces calificado como un dialecto del hebreo, se utilizó por este pueblo semita hasta aproximadamente el siglo VI a. de C. Su escritura, conocida por unos pocos monumentos, el más grande de los cuales es la llamada estela de Mesha, se basa en una variante particular del alfabeto fenicio.
Además de la estela, la rebelión de Mesha se describe en el Segundo Libro de los Reyes (3:4–27), que forma parte de la Biblia.
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