La firma Brave, que desarrolla navegadores de Internet centrados en la privacidad del usuario, ha presentado nuevas pruebas ante la Comisión de Protección de Datos de Irlanda sobre el método que Google habría creado para burlar el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea (RGPD) y compartir información personal de millones de personas con miles de empresas que utilizan páginas web ocultas.
Esta investigación del organismo irlandés comenzó el pasado mayo, cuando Brave denunció una presunta violación del RGPD por parte del gigante informático estadounidense. Si se confirma esa acusación, es posible que Google tenga que pagar una multa de 5.400 millones de dólares, equivalente a un 4 % de sus ingresos anuales en 2018, reseña la revista Forbes.
La supuesta infracción no implica 'hackeo' o vulnerabilidad en los sistemas de Google, pero resultaría fundamental para la función del navegador como red publicitaria mediante la transferencia de datos a terceros en sus ofertas de alta velocidad en tiempo real para las subastas de anuncios digitales, conocidas como RTB.
Burlar los reglamentos de privacidad
Antes, Google solo ofrecía a los anunciantes los nombres de los usuarios de sus servicios para que conectaran con el público al que querían llegar, pero cuando entró en vigencia el RGPD dejó de hacerlo para cumplir con esas nuevas regulaciones de privacidad.
La tecnológica norteamericana introdujo la tecnología Push Pages como solución alternativa, pero el director de Políticas y Relaciones con la Industria de Brave, Johnny Ryan, asegura que cumple la misma función: suministrar las ID de los usuarios a los anunciantes.
Cuando alguien visita un sitio web con anuncios incrustados comienza una subasta de milisegundos para determinar qué empresa mostrará su publicidad y Google incluye un mensaje 'push' único para cada individuo, algo que permite saber quién visita cada página.
Esto, combinado con información almacenada en otras 'cookies' de Google, permite a las compañías identificar a las personas de un modo que "no sería posible de otra manera" y provoca que los anunciantes aumenten sus ofertas por quienes estiman que tienen más probabilidades de mostrar interés en sus productos.
Asimismo, abre la posibilidad de que los anunciantes que participan en subastas RTB identifiquen a quienes forman parte de audiencias compuestas por miles de personas hasta averiguar quiénes son, dónde viven o información sobre su conducta sexual, sus creencias religiosas o sus problemas de salud.