"Quiero mostrar lo que no sabemos que está ocurriendo": un fotógrafo mexicano retrata la belleza en medio del caos urbano
La desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa entre el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, al sur de México, obligaron a un joven cineasta a retomar el camino de la imagen fija.
El retorno del 'hijo pródigo' se dio a medio camino entre México y Berlín, donde su segundo cortometraje documental sobre la liberación de 12 presos políticos, en el año 2010, por participar en manifestaciones en rechazo a la construcción de un aeropuerto en San Salvador Atenco, Estado de México, estuvo nominado a mejor cortometraje documental latinoamericano en el prestigioso festival de cine.
Lo que Ayotzinapa removió en el fotógrafo mexicano Édgar Olguín, de 35 años, fue la voz del poeta chileno Pablo Neruda sobre la obligación de narrar lo que nos toca vivir. "Fue un acto de una inmensa impunidad, desaparecieron 43 jóvenes y no pasó nada… Me sentí con la responsabilidad humana, más que artística, de usar esas herramientas visuales para protestar de otra manera".
La exigencia se transformó en el proyecto incabado 'Poner el cuerpo, sacar la voz', una serie de imágenes de carteles humanos al desnudo en espacios públicos de Ciudad de México con la intención de trasladar la protesta a espacios descomunales. "La primera etapa del proyecto se viralizó rápidamente y decidí dejarlo inconcluso porque consideré que ya había tenido su impacto, uno que jamás imaginé", cuenta Olguín a RT.
La apropiación del espacio público
Los proyectos de Édgar fueron habitando el espacio público, a veces entre la ilegalidad, en un intento de transformar la mirada de quien observa lo cotidiano, contrastando lo permanente con lo efímero.
Uno de los escenarios recurrentes de Olguín es el Metro de Ciudad de México, donde la prohibición para hacer fotografías lo obligó a diseñar un plan de producción y escape para 'Instantes subterráneos', una serie concebida en el ir y venir diario de Édgar a su trabajo 'godín' –como en México se le dice coloquialmente al trabajo de oficina-. En el viaje de todos los días comenzó a imaginar las postales urbanas que después haría reales, cronometrando la vigilancia de los policías en los andenes y sus horarios, identificando las cámaras de seguridad, detallando el tiempo que el metro paraba en cada estación y dando batalla para que alguna de las bailarinas lo tomara en serio.
"En el 2008 traté de pedir permiso en el Metro para un cortometraje que hice pero no me dieron chance, pensé que iba a ser la misma cosa y empecé a hacerlo de manera clandestina, hacía rápido la foto con la bailarina y después a correr, pero ahora, tras un año y medio de hacerlo así, hasta voy a tener una exposición en el Metro", relata.
Olguín piensa en su trabajo como "suspiros efímeros en el espacio público y caótico", donde se ha visto sorprendido con la forma en que su trabajo ha conectado con la gente, al grado de inspirarlos a retomar una cámara fotográfica o hacer cosas que antes no hubieran imaginado.
Su última serie 'Barrios en Movimiento' se desarrolló en municipios del Estado de México, como Chimalhuacán, cuarto lugar en feminicidios en la entidad y quinto con el mayor número de organizaciones criminales, según datos de la Fiscalía General del Estado.
"Hice una sesión con una compañía de danza contemporánea en un mercadillo y la gente y los niños se acercaban, tenían curiosidad, hubo algunos niños que fueron por sus papás para decirles que querían hacer eso, les estaba impactando lo que estaban viendo, eso nutre mucho", recuerda.
El empeño del fotógrafo de 35 años está suspendido en el contraste, en construir escenas que cotidianamente no ocurren en los espacios que usa de escenografía, en romper la monotonía a través del arte como un ejercicio sensibilizador. "El arte aunque tenga el poder de conmover, quizá no va a poder cambiar el mundo, pero sí estoy convencido que puede cambiar los ojos de la persona que esté viendo".
El sueño del 'godín'
Édgar fue un 'godín' por años, desempeñando un trabajo que sabía que no quería hacer durante toda su vida. Hoy vive de su carrera de fotógrafo. "Trabajaba en la coordinación nacional de comunicación de la Cruz Roja, tenía una zona de confort bastante peligrosa, pero al mes de haber ingresado sabía que no quería hacer eso toda mi vida, así que ahorré para poder hacer lo que realmente quería. Me veo compartiéndole a las personas la experiencia del ex 'godín' que no tenía tiempo de hacer fotos y ahora vive de eso, poder motivarlos".
Ocho años atrás, Olguín era incapaz de pensar su vida como es ahora, y describe el giro como el "gran viaje que jamás hubiera imaginado".
En estos días, la fotografía lo ha llevado hasta Moscú, donde presentará 20 imágenes, cinco de ellas a ejecutarse en espacios públicos de la capital rusa con bailarinas locales vistiendo textiles mexicanos, como parte de la iniciativa 'Recorrido del Sabor: México en Moscú', que busca acercar el patrimonio de la nación latinoamericana a un público extranjero, y que se realizará del 8 al 13 de octubre.
"Los mexicanos vivimos en una situación de horror cotidiano, donde abres redes sociales y lo encuentras son personas desaparecidas, asesinadas, y existe esta imagen del México violento que no niego, pero también quiero exhibir las otras formas de vida en este país, como la pasión de estos bailarines, mostrar que en México está ocurriendo lo que todos sabemos, pero también mostrar lo que no sabemos que está ocurriendo", concluye el artista.
Paola Morales
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