Hace más de 500 años, el sultán otomano Bayezid II solicitó propuestas para la construcción de un sólido puente de 280 metros (el más largo en esa época) que conectara la ciudad turca de Estambul con su vecina Gálata. Uno de los proyectos provino de Leonardo da Vinci, a quien ya se le consideraba un ingeniero de renombre, pero la obra no llegó a concretarse.
Hoy, cinco siglos después de la muerte del genio italiano, ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.) han constatado, tras estudiar cuidadosamente aquellos planos, que el diseño realmente habría funcionado y resultado un trabajo de vanguardia en la construcción de puentes en esos tiempos.
Da Vinci había propuesto un puente de arco aplanado que abarcaba la distancia requerida, lo suficientemente alto para permitir el paso de veleros y sostenido en las orillas. El diseño concibió además una forma inusual de estabilizar la construcción contra movimientos laterales, que eran por entonces la causa principal de colapsos.
Para estudiar el proyecto, los expertos analizaron los bocetos presentados por Da Vinci en su carta al sultán, los posibles materiales y métodos de construcción de la época y las condiciones geológicas, para así armar a escala el difícil modelo con una impresora 3D.
"Llevó mucho tiempo, pero la impresión 3D nos permitió recrear con precisión esa geometría tan compleja", dice Karly Bast, líder del proyecto. El puente funcionó, se mantuvo sólido y estable sin necesidad de morteros o columnas de sujeción.
Los ingenieros explican que el proyecto del polímata florentino no resulta muy práctico para los diseñadores y arquitectos modernos, dada la existencias de nuevos materiales y métodos que posibilitan diseños más ligeros y resistentes. Sin embargo, han demostrado que la viabilidad de su obra en pleno Renacimiento "subraya la brillantez de unos de los inventores más prolíficos del mundo".
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