Un jurado británico ha declarado culpables de asesinato del millonario granjero William Taylor a su esposa, Angela Taylor, y al amante de esta, Paul Cannon.
Aunque la investigación no ha encontrado las pruebas forenses que evidenciarían que estas dos personas perpetraron el crimen, el jurado fue convencido de su culpabilidad, después de que les presentaran al menos 2.800 espeluznantes mensajes de WhatsApp que los amantes habían intercambiado antes de la desaparición de William Taylor, el 4 de junio de 2018.
Solo dos días antes de esta fecha, Cannon, un conductor de excavadoras de 54 años, le escribió a su amante, de 53, que quería mantener relaciones sexuales con ella, "empapada en sangre", en la mesa de la cocina de William, mientras que este, "atado a una silla, tuviera que mirar" y después "enviarlo al infierno".
Taylor le respondió que a su esposo "lo mataría" el hecho de que "lo último que viera es que hicimos el amor".
Los amantes mantuvieron este tipo de conversaciones en WhatsApp durante 148 días mientras tramaban el asesinato, que fue "alimentado por el veneno, el odio y la codicia", según indicaron los fiscales durante el juicio.
Antes de cometer el crimen, la mujer se deshizo de su teléfono, mientras que su amante eliminó todos estos mensajes. Pero la Policía logró recuperarlos, ya que habían sido almacenados en la memoria de su iPhone.
El asesinato
William Taylor tuvo con Angela tres hijos. Hace años su mujer le había pedido el divorcio, pero este se lo había negado. El hombre fue visto por última vez con vida en la casa de su gran finca agrícola de Harkness Hall (condado de Hertfordshire) alrededor de la noche del 3 de junio de 2018 por su nieto Ben, después de un asado dominical.
Desapareció días antes de cumplir 70 años. Ocho meses después, en febrero del 2019, un pescador encontró su cuerpo descompuesto en la orilla de un río a 10 kilómetros de la casa de la víctima.
La causa de la muerte del millonario granjero no está clara hasta el momento. La patóloga forense que estudió su cuerpo descubrió que no había signos de heridas contundentes, ni disparos ni puñaladas, y no había evidencia de sustancias tóxicas ingeridas.
No obstante, se registró una "posible fractura" en el hueso hioides, una delicada estructura del cuello, lo que podría indicar que en el cuello le fue aplicada presión antes de la muerte, indicó el fiscal al tribunal.
El juez, Michael Kay, ha avisado a los culpables durante la audiencia de este lunes que ambos podían recibir la cadena perpetua cuando regresen a la corte este viernes para escuchar su sentencia.