Tras 5 años de crisis del agua en una ciudad de EE.UU. la población denuncia que aún no puede beber del grifo
Los residentes de la ciudad estadounidense de Flint (Míchigan) acuden este martes a las urnas para elegir a su nuevo alcalde. Gran parte de la población de esa localidad exige una solución a la crisis del agua, que estalló hace cinco años, y que hasta el momento no se logrado superar y denuncia la falta de acción de las autoridades.
La problemática comenzó en el 2014, cuando las autoridades, en un intento por ahorrar costes, decidieron cambiar la fuente del agua, que se obtenía del lago Huron, por la del río Flint. Esto provocó una serie de problemas que culminaron en contaminación masiva por plomo, con incontables muertes y efectos en la salud a largo plazo de los residentes. Aunque no se han reemplazado todas las tuberías del sistema de suministro, desde la Alcaldía aseguran que el agua es potable, pero los vecinos lo niegan.
Desde enero del 2016, cada jueves cientos de vecinos aguardan durante horas para poder obtener dos cajas de agua embotellada gratis en un punto de aprovisionamiento, que atiende gracias a donaciones privadas. Sin embargo, la cantidad de agua que reciben ha disminuido y la demanda apenas ha bajado.
Los estragos de la contaminación
"Prestamos servicios en este día en particular a entre 420 y 620 hogares, hasta que se agota el agua. Y hemos tenido que recortar la cantidad del líquido que le damos a cada residente para poder tratar de atenderlos a todos. No queremos rechazar a nadie", comentó la responsable de ese punto de abastecimiento.
Se desconoce con exactitud la cantidad de afectados por la contaminación del agua, aunque en un principio, las autoridades contabilizaron entre 6.000 y 12.000 el número de niños contaminados con plomo. También se registraron varias muertes por legionela y neumonía derivadas de la citada contaminación.
"Empecé a perder mucho peso, sintiéndome cansada, mi pelo empezó a caerse, mi visión cambió y un día me desmayé en el trabajo. Estamos sufriendo, estamos enfermos y más allá de unas disculpas no ha habido ninguna acción para mejorar las cosas", lamenta Gina Luster, una de las víctimas de la contaminación por plomo.
Otro centro comunitario, por su parte, ha instalado un avanzado sistema de recolección de agua mediante placas solares gracias a una donación privada. Todos coinciden, sin embargo, en que Flint se siente abandonada por las autoridades a todos los niveles.
"No podemos beber agua del grifo"
"Todavía estamos en una etapa en la que no podemos beber agua del grifo. Todavía estamos usando filtros para emplear el agua y aún estamos en una situación en la que la comunidad no está contenta con lo que ha estado ocurriendo en los últimos años. No confían en el Gobierno porque fue el Gobierno el que realmente causó la situación", critica Bryant Nolden, quien gestiona el centro comunitario.
Lo mismo sucede con la Justicia. El pasado mes de junio la Fiscalía de Míchigan decidió cerrar la investigación, en la que hasta entonces se había acusado a una quincena funcionarios. Una decisión tomada pese a la enorme cantidad de pruebas y evidencias, e incluso estudios que concluyeron que la planta de Flint no podía tratar el agua.
"Los funcionarios, las personas a cargo, lo sabían (…) Está en todos estos documentos, y lo sabían de antemano. Por tanto, lo que le sucedió a la gente en Flint fue absolutamente premeditado", asegura la responsable de comunicación del Partido Verde en Míchigan, Jennifer Kurland.
Nuevo riesgo de contaminación
El Ayuntamiento de Flint no solo ha dejado de suministrar el agua embotellada, también las bolsas de plástico necesarias para el reciclaje de las botellas. Por eso, desde organizaciones como Mission of Hope aseguran que muchas familias han dejado de reciclar, lo que ha generado el temor de una nueva crisis de contaminación que se añade a la del agua.
"Con 100.000 personas, incluso si cada una solo utiliza 6, y eso no cubre lo que se utiliza para cocinar y bañarse, eso son 600.000 botellas por día. Las botellas tardan 150 años en comenzar a degradarse en nuestros vertederos. Si tenemos que asumir todo eso y almacenarlo para reciclarlo en nuestros vertederos, esto causaría otra catástrofe en nuestra ciudad", critica el pastor Bobby Jackson, quien ante la inoperancia municipal ha habilitado parte de su jardín como espacio de acumulación de plástico para el reciclaje.
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