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"Nunca debería haber pasado": supremacista blanco se disculpa antes de ser ejecutado con las familias de las víctimas que asesinó

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El hombre se ha convertido en la octava persona en recibir la pena capital en el estado de Texas en este 2019.
"Nunca debería haber pasado": supremacista blanco se disculpa antes de ser ejecutado con las familias de las víctimas que asesinó

El estado de Texas ejecutó este miércoles a Justen Hall, un antiguo miembro de una pandilla de supremacistas blancos, por un asesinato cometido hace 17 años, informa la agencia AP.

Hall, de 38 años, recibió una inyección letal en la prisión de Huntsville tras ser condenado a muerte por estrangular en octubre de 2002 en la ciudad de El Paso a Melanie Billhartz, de 29 años, cuyo cuerpo enterró posteriormente en el desierto de Nuevo México. El crimen fue motivado por temor a que la mujer alertara a la Policía sobre el negocio de producción y tráfico de drogas que operaban Hall y sus compañeros de banda.

El asesinato de Billhartz fue cometido por Hall mientras se encontraba en libertad bajo fianza acusado de otro homicidio, el de Arturo Diaz, una mujer transgénero. Los jueces consideraban el asesinato de Diaz como un crimen de odio, pero Hall no llegó a ser juzgado por este delito.

En sus últimos momentos de vida, Hall mostró arrepentimiento y se disculpó por sus actos. "Quiero dirigirme a la familia Roundtree [parientes de Billhartz] y disculparme por el dolor y sufrimiento que he causado. Y a la de Diaz por hacerles pasar por esto, nunca debería haber pasado", reflexionó.

Cuando cometió los asesinatos, el hombre era, a sus 21 años de edad, la cabeza del grupo neonazi local Aryan Circle (Círculo Ario), que se dedicaba al tráfico de drogas. Hall se ha convertido en la octava persona ejecutada en Texas en el año 2019.

El asesinato de Billhartz

El día de su muerte, Melanie Billhartz se enfrascó en una discusión con su pareja Ted Murgatroyd, otro miembro de la pandilla, a quien amenazó con llamar a las autoridades por haberla agredido. Esto alarmó a los miembros de la banda, ya que el reporte podía conducir a que la Policía descubriera el laboratorio de metanfetamina que tenían en El Paso.

El grupo decidió entonces acabar con la vida de la mujer, a quien Halls se llevó en su camioneta hasta una vía rural, donde la ahorcó valiéndose de un cable eléctrico. Su cuerpo fue transportado a una zona desértica del vecino estado de Nuevo México, donde Hall y Murgatroyd la enterraron, cortándole previamente los dedos para que no se pudiera rastrear el ADN que tuviera debajo de las uñas.

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