¿Es posible la recuperación de la industria petrolera en Venezuela?
Según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y el Ministerio de Petróleo de Venezuela, las reservas probadas y certificadas de crudo del país suramericano superan los 300.000 millones de barriles, lo que las convierte en las más grandes del mundo.
Sin embargo, la industria está severamente comprometida por múltiples factores: fallas en la infraestructura, falta de inversión, migración de la mano de obra calificada, así como los impactos de las sanciones de EE.UU. contra la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
En los últimos años, la producción ha caído de 2,6 millones de barriles diarios a poco más de 800.000. En este sentido, según el último boletín de PDVSA, el país reportó durante las primeras semanas de noviembre un promedio de 893.000 barriles diarios (b/d), por encima de los 793.000 y 749.000 b/d concretados en octubre y septiembre, respectivamente. Pero 70% menos que en el año 2015.
De hecho, el bombeo se ha situado en su nivel más bajo en las últimas décadas, con excepción del desplome ocurrido en 2002 y 2003, cuando el paro petrolero posterior al golpe de Estado de abril de 2002 hundió las extracciones por debajo de los 100.000 b/d. En aquel entonces, la industria se levantó, pero, ¿hoy es posible una recuperación?
Una recuperación posible pero lenta
Para el economista y experto petrolero venezolano Carlos Mendoza Potellá, la recuperación sí es posible, pero va a ser lenta y no llegará, en el corto plazo, a los tres millones de barriles diarios. "Es factible que en un año o año y medio se llegue a 1,3 o 1,5 millones, y en 5 o 6 años se puedan alcanzar los 2 millones barriles diarios", explica.
Potellá asegura la producción petrolera se ha desplomado "autónomamente" por fallos operativos, pero que las sanciones estadounidenses "han acelerado gigantescamente la caída". Y añade: "para mí, solo cuando las sanciones se detengan se podrá calcular con precisión cuánto tardaría una posible recuperación".
La intensificación de las sanciones —con el embargo petrolero de enero; y después, en agosto y septiembre de este año, con amenazas de medidas coercitivas secundarias— genera cada vez más daños.
"Las sanciones han contraído la cartera de clientes de PDVSA, así como de tanqueros que han decido no asumir el riesgo de transportar crudo venezolano, lo que se ha traducido en una acumulación de inventarios que ha pasado su límite en los tanques de almacenamiento operativos y que han obligado a recortar la producción en diferentes zonas de Venezuela", señala el último reporte del Centro Internacional de Energía y Ambiente del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).
No obstante, el también profesor de economía petrolera considera que, más allá de las sanciones, la industria venezolana tiene otros escenarios en contra cuando de levantarse se trata, lo que incluye una caída de la demanda en los mercados durante los próximos 10-15 años.
"Estamos en un contexto complejo, el mercado está lleno de nuevas ofertas, para meter 300.000 b/d más hay que tener realmente una capacidad de producción rentable muy bien arraigada. No solamente debemos enfrentar el deterioro de las instalaciones, la fuga de cerebros, y el bloqueo norteamericano, sino que el mercado tiene unas expectativas de no crecimiento de la demanda", explica.
Asimismo, Potellá vislumbra una fuerte competencia debido a la existencia de producciones más eficientes y con costos de extracción más bajos que los de la industria venezolana.
El precio a pagar
Por su parte, la Cámara Petrolera de Venezuela (CPV) considera que la recuperación de la industria es posible pero debe hacerse en cuatro etapas: frenar la declinación en 6 meses, recuperar la producción de 12 a 18 meses, sostener la producción alcanzada, y finalmente incrementarla.
"De esta forma habría una reactivación al corto, mediano y largo plazo, pero se requiere una inversión promedio de al menos 30.000 millones de dólares", explica Reinaldo Quintero, presidente de CPV. Una cifra que se traduce en más del 40% del Producto Interno Bruto (PIB) actual de la nación.
Para Quintero, la recuperación de la industria petrolera es "posible, urgente y necesaria" para levantar la economía del país, en vista de que es y ha sido su principal fuente de ingresos.
En efecto, el colapso de la producción petrolera ha tenido un efecto fuerte sobre la economía venezolana, pues históricamente más del 90% de las divisas que entraban al país procedían de esa industria. Como consecuencia, se han visto fuertemente limitadas las importaciones que lleva a cabo el Estado venezolano, principalmente de insumos básicos como medicinas y alimentos.
Uno de los golpes más duros para el país es que la arremetida de EE.UU. contra el petróleo venezolano cerró la puerta a exportaciones de cerca de 500.000 b/d a refinerías norteamericanas, lo que se traduce en pérdidas de cerca de 11.000 millones de dólares, solo en 2019.
Los primeros pasos
Para lograr la recuperación, algunos especialistas consideran que la industria petrolera venezolana debe realizar profundas modificaciones a corto plazo.
"Se debe mantener la apertura a los capitales rusos, chinos y otros, abandonar el monopolio de las operaciones petroleras por el Estado y abrir espacio para iniciativas nacionales e internacionales, y a la vez de restablecer la presencia del Estado por medio de un ministerio poderoso, ajustando la producción petrolera al tamaño de la economía nacional", detalló en conversación con RT el ingeniero experto en políticas públicas energéticas y profesor universitario, David Paravisini.
Paravisini coincide con Mendoza Potellá en que la recuperación de la industria petrolera venezolana puede ser bastante lenta, y por eso, recalca la necesidad de la diversificación de la economía nacional. "A la par se debe insistir en usar la criptomoneda el Petro como forma de pago interna y externa; impulsar la producción nacional comunal, privada y estatal; normalizar el pago de los servicios y nivelar los salarios de los trabajadores", agrega el experto.
Mendoza Potellá concuerda en esta apreciación pero con una advertencia extra: la minería no debería ser la segunda opción para diversificar las fuentes de ingresos para Venezuela.
"Nos toca desarrollar la agricultura, ganadería, turismo, pero jamás la minería porque ahora hay un sueño malévolo de que vamos a encontrar minas de diamantes y oro que van a sustituir al petróleo en su condición de renta", asegura.
En el último informe de las estimaciones de PDVSA para el 2020 aseguran que la industria levantará su producción de petróleo a 1,2 millones b/d, pese a las sanciones. Sin embargo, el documento no detalla la fórmula en que la compañía planea cumplir este objetivo.
Por esa razón, el venidero año será decisivo para saber si el Estado venezolano podrá detener el sostenido declive de la producción de petróleo y recuperar la industria nacional, aún cuando no amainen las amenazas de mayores sanciones por parte de Washington y sus aliados.
Jessica Dos Santos