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30 años de la caída del Muro de Berlín: ¿Qué divide ahora a Alemania?

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Hoy en día solo el 20 % de los alemanes orientales menores de 40 años opinan que la reunificación fue exitosa.
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El 9 de noviembre de 1989, la caída del Muro de Berlín marcó un hito de la historia mundial: simbolizó el fin de la Guerra Fría y provocó la reunificación de Alemania. 30 años después, la división económica dentro de ese país europeo aún es evidente y se traduce tanto en la psicología de masas como en la política.

El Gobierno alemán asegura que esa brecha entre las regiones orientales y occidentales se está reduciendo. Un informe reciente sobre la reunificación indica que el PIB aumentó un 0,2 % más en el este que en el oeste de Alemania en 2018, pero también refleja que los ingresos de la población que se encuentra en la parte oriental solo son el 85 % de lo que se registra en la occidental y lo mismo se aplica al desempleo: 6,5 % y 4,8 %, respectivamente.

Al mismo tiempo, ese documento indica que el 57 % de los alemanes orientales se sienten ciudadanos de segunda categoría, mientras que solo el 20 % entre los menores de 40 años opinan que la reunificación fue exitosa. 

Mientras tanto, un reporte que la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung publicó en mayo señala que casi todas las regiones del este, excepto Berlín con sus suburbios y algunas ciudades, están en "permanente crisis estructural", ya que "las zonas rurales de los distritos de Alemania Oriental aún se ven fuertemente afectadas por el cambio demográfico y la población se está reduciendo".

El nacimiento de dos Alemanias

En mayo de 1945, las tropas de los Aliados ocuparon todo el Tercer Reich y, en función de acuerdos previos, dividieron ese territorio en cuatro zonas controladas por otras tantas potencias: URSS, EE.UU., Reino Unido y Francia. Berlín, que fue liberada por tropas soviéticas, estaba a cientos de kilómetros de la línea de contacto con otros aliados y también fue ocupada por los mismos vencedores.

Las contradicciones ideológicas y geopolíticas provocaron la unificación de las zonas de ocupación occidentales, donde se proclamó la República Federal de Alemania (RFA) en mayo de 1949. En octubre de ese año se estableció la socialista República Democrática Alemana (RDA) y la parte occidental de Berlín se unió a la RFA, aunque su estatus fue disputado.

Fuga de la república

Al principio, el cruce de las fronteras entre las zonas de ocupación era libre a ambos lados. Con el tiempo, la emigración se convirtió en un problema grave para la RDA, que no recibía la ayuda económica que EE.UU. suministró mediante el Plan Marshall y no tenía la misma velocidad de reconstrucción económica que la RFA.

La salida de personas procedentes de Alemania Oriental, conocida entonces como 'Republikflucht' ('fuga de la república', en alemán), aumentaba: 2,7 de los 17 millones de alemanes orientales se habían marchado al oeste hasta el año 1961. Ese año se instalaron las primeras barricadas de concreto y vallas con alambre de púas.

Hacia 1975, las barreras tenían 106 kilómetros de longitud y estaban compuestas por dos barreras de hormigón separadas por decenas de metros y dotadas de alarmas, cercas y 302 torres de vigilancia. Los guardias fronterizos fueron autorizados a abrir fuego a discreción y esa situación provocó la muerte al menos a 200 personas, tanto fugitivos como soldados.

Revolución democrática

A finales de los años 1980, la RDA y otros países del Pacto de Varsovia atravesaban una profunda crisis. A medida que aumentaban las exigencias de libertades políticas y civiles inspiradas por la Perestroika de la URSS el líder de ese país, Erich Honecker, dimitió en octubre de 1989. Su sustitución por el joven reformista Egon Krenz no impidió las protestas multitudinarias, que culminaron con una manifestación en Berlín el 4 de noviembre, en la que participaron entre 500.000 y un millón de personas.

Los manifestantes exigían la abolición del monopolio político de Partido Socialista Unificado (SED, por sus siglas en alemán) y la disolución del Ministerio de Seguridad del Estado (Stasi), la implantación de elecciones democráticas, la libertad de prensa y reunión y la legalización de movimientos de los derechos civiles. El psicoanalista Andreas Peglau, que participó en esos acontecimientos, opina que, esencialmente, exigían un "socialismo democrático".

Andreas Peglau, psicoanalista
Andreas Peglau, psicoanalista
"Esto se combinaba con una revalorización sin adornos de la historia de la RDA, incluido el papel del estalinismo, una discusión franca de los problemas económicos y los problemas ambientales del país. […] En otras palabras: una mezcla explosiva y colorida de sugerencias creativas para reformar y mejorar la República Democrática Alemana, no abolirla.

El 9 de noviembre, cuando se aprobó una ley que levantaba todas las restricciones de viajes a occidente, miles de berlineses cruzaron los puestos fronterizos y empezaron a derribar el muro.

Reunificación, privatización y desilusión

En marzo de 1990 la RDA celebró las primeras elecciones sin el monopolio del SED y la coalición Alianza por Alemania, liderada por la Unión Democrática Cristiana, ganó con el 48 % de los votos. El nuevo jefe de Gobierno, Lothar de Maizière, se ocupó de las negociaciones con el canciller de la RFA, Helmut Kohl, que terminaron en la unificación de los dos estados el 3 de octubre.

El mismo año se creó la Agencia de Fideicomiso (Treuhandanstalt), autoridad responsable de privatizar las 12.009 empresas públicas de Alemania Oriental. Debido al considerable flujo interregional del capital, cerca del 50 % las compraron compañías de Alemania Occidental, indican los economistas John Hall y Udo Ludwig.

En muchos aspectos, Alemania Oriental se volvió análoga al sur de Italia debido a "su alto desempleo, su crecimiento económico bajo o incluso negativo y su dependencia financiera de los subsidios del resto del país", señala el historiador Bernd Gehrke.

"El principal beneficiario de todo el proceso fue el capital de Alemania Occidental, para quien la reunificación abrió toda la economía nacional para comprar y vender bienes de consumo", indica Gehrke, quien recuerda que hacia 2015 de las regiones del este de Alemania unificada salieron unos 2 millones de personas, una cifra comparable al número de personas que huyeron antes de la construcción del Muro de Berlín.

El profesor de Relaciones Internacionales, Jorge Mestre-Jordá, opina que Europa todavía está dividida por un muro invisible entre Rusia y el resto del continente y augura aún más fronteras entre vecinos por el proceso del Brexit.

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