Leah Freeman, de 15 años, desapareció el 28 de junio de 2000 en cercanías de Coquille, Oregón (EE.UU.). Su cuerpo fue encontrado alrededor de un mes después en tal estado de descomposición que los forenses no pudieron determinar la causa de su muerte. Aunque no hubo evidencias claras, el acusado fue su novio, quien en 2011 —tras encontrarse el caso varios años en punto muerto— fue condenado a una década en prisión. Sin embargo, un nuevo fallo judicial anuló la sentencia por falta de pruebas.
En un comienzo, los investigadores creyeron que la adolescente se había ido por sus propios medios, aunque el hallazgo de un zapato ensangrentado modificó el panorama y el principal apuntado fue Nicholas McGuffin, tres años mayor que la joven, quien fue detenido en 2010, cuando se reabrió la causa.
Una acusación sin pruebas
El juicio comenzó con una acusación de asesinato, que finalmente fue rechazada por el jurado, ya que se necesitaba que los 12 integrantes votaran de forma unánime. Sin embargo, 10 de ellos lo condenaron por homicidio involuntario. Pese a que la Fiscalía presentó 100 testimonios, no hubo ADN o manchas de sangre que vincularan a McGuffin de manera directa con el crimen.
Por su parte, los investigadores también explicaron que el auto con el que el acusado había llevado a Freeman a la casa de una amiga, poco antes de desaparecer, no tenía evidencias de sangre porque había limpiado en profundidad el vehículo. Agregaron que no había evidencias de ADN en el cuerpo de la víctima, pero tampoco lo había de otras personas, por lo que no había otro sospechoso más que el novio.
Además, el fiscal Paul Frasier argumentó que McGuffin creía que Freeman pensaba terminar la relación y la estranguló en un ataque de rabia.
Los resultados de las pruebas de ADN tomadas al calzado no vincularon el material genético con una persona, pero los responsables del estudio omitieron esa información a todas las partes involucradas.
Nueva sentencia
En un giro de los acontecimientos, este viernes la juez Patricia Sullivan determinó que el laboratorio criminalístico del estado había violado los derechos de McGuffin al ocultar pruebas de ADN obtenidas del zapato ensangrentado y que corresponden a otro hombre, lo que ha reavivado las especulaciones sobre quién mató a Freeman en realidad.
Más de nueve años lleva McGuffin en prisión, tiempo en el que siempre se declaró inocente. "Ha mantenido su inocencia todo el tiempo y ha luchado para demostrar que el hombre equivocado está en prisión", contó su abogada y directora de Forensic Justice Project, Janis Puracal. "Creemos que la evidencia de ADN establece eso", dijo y destacó que "la Corte ha reconocido que la evidencia de ADN es exculpatoria".
De esta manera, la abogada se refirió a la decisión de la jueza de la Corte del Circuito de Malheur, Patricia Sullivan, quien el pasado viernes 29 de noviembre anuló el fallo condenatorio y aseguró que los fiscales y la Policía cometieron varios errores, como retener las notas de una entrevista potencialmente exculpatoria. Además, dictaminó que si no hubieran sido ocultados los resultados de las pruebas de ADN, el jurado podría haber llegado a otro veredicto.
Por lo tanto, el caso volvió a manos de los fiscales, que deben decidir si apelan el fallo, insisten en repetir el juicio con las pruebas de ADN o si retiran los cargos contra McGuffin, quien debería recuperar la libertad el 22 de agosto del año próximo.