Banco Comunitario de Medicamentos, la alternativa de acceso a la salud en medio de la crisis económica argentina
A Griselda Rojas el mundo se le vino abajo dos veces. La primera fue en 2011, cuando dos médicos en un hospital público de la provincia de Buenos Aires, Argentina, le comunicaron la peor noticia: padecía cáncer. Desde ese momento debía someterse a un tratamiento extenso y agotador. La quimioterapia y el consumo de una larga lista de medicamentos, provistos de manera gratuita por el Estado ante su delicada condición económica, pasaron a ser parte de su rutina cotidiana. "Estaba devastada. Mi vida giraba en torno a esa enfermedad", recuerda hoy, con 44 años, en diálogo con RT.
Con el paso de los años, su salud y ánimo comenzaron a mejorar. Ya no se sometía a los arduos rayos gamma y el cabello, otra vez, le llegaba hasta la cintura. Solo tomaba gemcitabina de manera cotidiana, un medicamento que le permitía llevar una vida normal junto a su pequeño hijo. Sin embargo, en el mes de agosto de este año, cuando ingresó al hospital para retirar su medicina de manera habitual, otra noticia volvía a desmoronarla: el Estado ya no le entregaría el fármaco debido al ajuste presupuestario impulsado por el saliente Gobierno de Mauricio Macri.
"Me puse a llorar ahí mismo", cuenta Rojas. En las farmacias del país, su medicina superaba los 360 dólares por frasco, cifra imposible de pagar para alguien cuyo ingreso mensual es una pensión por invalidez (135 dólares). "No podía dormir pensando en que tenía que volver a la quimioterapia. Le tuve fobia a la muerte muchas noches", recuerda.
Pero la solución no tardó en llegar. En octubre, una conocida suya le habló sobre una organización dedicada a proveer medicamentos a personas que no podían pagarlo. Fue así como logró dar con el Banco Comunitario de Medicamentos. "Los contacté por las redes sociales y me explicaron que podían darme el remedio presentando la recete médica", detalla Griselda. En menos de 15 días, la gemcitabina ya estaba en sus manos.
¿Cómo nace la organización?
El Banco Comunitario de Medicamentos (BCM) se crea en 1999 en Buenos Aires, capital de Argentina, a través de la Fundación Tzedakála, dedicada a la financiación de programas sociales. Su objetivo es simple: otorgar medicinas, de manera gratuita, a personas en situación de vulnerabilidad económica y social.
"Somos como una farmacia ambulante porque llegamos a todo el país", explica Fabián Furman, director de la organización. Desde aspirinas hasta remedios oncológicos, el banco recibe donaciones de diferentes entidades, que incluyen a grandes laboratorios e instituciones privadas. Todo el cargamento es almacenado y procesado en la sede de la fundación, donde aproximadamente 120 voluntarios colaboran en todo el proceso.
"Estimamos que unas 35.000 personas se benefician con el servicio y la demanda va en aumento", precisa Furman. Cada medicamento que ingresa es catalogado debidamente por especialistas, a fin de poseer una base de datos confiable sobre cada fármaco que reciben. Incluso los remedios que se descartan ante cualquier defecto son utilizables. "Reciclamos el blíster y el envase para armar eco-ladrillos de plástico", agrega el director.
Sin embargo, la organización también establece ciertos requisitos básicos para que los beneficiarios del servicio obtengan su respectiva medicina, además de su condición económica. "Siempre trabajamos con receta médica", detalla Furman. Y agrega: "sea un particular o una institución, tiene que haber un profesional médico que garantice que el medicamento que estamos entregando es que el necesita el paciente".
Si bien existen otras entidades que en Argentina se dedican a lo mismo, el BCM posee la estructura más grande del país. "Nació con el fin de garantizar que todos los meses una persona reciba su medicación, sin importar su clase social", afirma su director. Los envíos a otras provincias también forman parte del servicio. Con la ayuda de diferentes empresas de transporte, y una logística afinada, los pedidos van desde Buenos Aires a cualquier sitio de la geografía.
Pero ante el aumento notable en la demanda de beneficiarios, debido al escenario regresivo de la economía local y el recorte en los programas de salud, el principal objetivo de la organización hoy es conseguir más donantes. "En 2018 fue la primera vez en la historia que el Banco tomó la decisión de suspender temporalmente la recepción de pedidos porque no tenía cómo dar respuesta", recuerda Furman.
"Nuestro mayor deseo es que la demanda disminuya"
La situación económica que el saliente Gobierno de Macri dejará el próximo 10 de diciembre es alarmante para las clases sociales más vulnerables. Con altos índices de inflación y desempleo, el país deberá afrontar un complicado contexto que quedará a cargo del izquierdista Alberto Fernández.
El impacto de las políticas públicas también golpeó al sector de la salud. Desde que el Ejecutivo dictaminó en 2018 bajar a rango de Secretaría al ministerio de sanidad, el presupuesto para diferentes programas se recortó y el Banco Comunitario de Medicamentos no fue inmune a esos embates.
"El año pasado, calculamos que donamos remedios por más 310.000 dólares. Una cifra récord desde 1999. Eso te demuestra cómo está la situación", detalla Ruth Heymann, directora de comunicación de la Fundación Tzedak.
Según un estudio del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), el precio de los medicamentos subió un 360 %, entre noviembre de 2015 y septiembre de 2019. Investigando los costos de 123 fármacos, la institución señaló que al menos 8 de cada 10 triplicaron sus precios. Los porcentajes más altos son los de los medicamentos para las tiroides (753 %), los antiespasmódicos (631 %), los ansiolíticos (557 %), los broncodilatadores (548 %) y los anticonceptivos (397 %).
Asimismo, la Cámara de la Actividad Farmacéutica y Bioquímica (CAFYB), que reúne a distintas droguerías del país, exigió en el mes de octubre que se declarara la emergencia sanitaria farmacológica en el Congreso de la Nación, ante la fuerte caída del consumo. "Nosotros no queremos competir con el Estado en cuanto a la asistencia, sino cooperar", puntualiza Heymann. "Pero este escenario nos hace cada vez más necesarios para algunos sectores. Los envíos al interior del país, por ejemplo, aumentaron un 30 % este año, en relación al anterior", completa.
Por esa razón, el BCM apunta a realizar campañas de difusión cada vez más masivas, con el solo objetivo de recaudar más donaciones por parte de empresas farmacéuticas o instituciones privadas. "Nuestro mayor deseo es que la demanda disminuya y que las personas puedan acceder a una salud gratuita y eficiente", zanja la referente de la Fundación Tzedak.
Facundo Lo Duca
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