La otra cara del Ejército en España: la expulsión de los militares que quedaron discapacitados en actos de servicio
En la primera entrega de una serie de reportajes que exploran los claroscuros de una de las instituciones más relevantes del Estado español, sus Fuerzas Armadas, se explora uno de sus aspectos más sombríos: el destino de los militares que quedan apartados de las filas del Ejército por sufrir alguna discapacidad.
Las voces de algunas de estas personas, víctimas de circunstancias concretas que les impidieron seguir prestando su servicio a las Fuerzas Armadas, ponen de manifiesto severas problemáticas de tipo médico, laboral y jurídico con un trasfondo común: la aparente indiferencia de la institución militar sobre sus situaciones personales.
Hay además un aspecto especialmente perturbador en algunos de los testimonios recogidos: algunos de estos casos de discapacidad podrían tener su origen en un acto de servicio al propio Ejército.
"Te apartan, te silencian"
Eso es, precisamente, lo que cuenta Ivan Ramos, un legionario que salvó la vida de milagro en un accidente sufrido en Afganistán, en 2011. Se rompió 17 huesos, perdió el bazo y un riñón. Hoy tiene más del 80 % de discapacidad y afirma con rotundidad que su vida "es dolor".
"Me quitaron la condición de militar", relata Ivan, que denuncia que cuando algo así te sucede "te apartan, te silencian". "Ahí te quedas. Como si fueses una colilla. Ya no eres nadie", lamenta.
Actualmente, su principal lucha es la que mantiene contra el Ministerio de Defensa. El Tribunal Médico Militar le concedió tan solo un 24 % de discapacidad, dejándole a solo un punto de tener derecho a pensión. En la Seguridad Social, sin embargo, le diagnosticaron un daño del 65 %. Tras varios años de litigio, que le han supuesto un considerable desgaste personal, ha conseguido que le devuelvan su condición de militar y que le reconozcan plenamente su incapacidad. Sin embargo, consideran que no le han pagado lo que realmente le corresponde.
De acuerdo con las cifras del Ministerio de Defensa correspondientes a 2017, los casos de militares menores de 65 años expulsados del Ejército por distintas discapacidades ascienden a 8.400.
Entre ellos también está el de Encarna, que ha pasado 22 veces por quirófano, después de un accidente ocurrido durante unas maniobras militares. Ahora es otra exsoldado judicialmente enfrentada con el Ministerio de Defensa.
Encarna explica que, a pesar de los graves daños físicos que sufrió, su capitán no quiso evacuarla al cuartel militar en las primeras 72 horas. Ahora tiene lesiones degenerativas tanto en el cuello como en las piernas, y además le abrieron un expediente psicofísico por el que terminaría expulsada de las fuerzas armadas. "Cuando yo entre en el Ejército, lo era todo; ahora es, para mí, una mafia, un fraude", explica Encarna.
Criterios desiguales
El criterio sobre el grado de severidad de una lesión puede llegar a ser muy diferente según se valore desde la administración civil o desde la militar. En ocasiones, el porcentaje de discapacidad que otorga la Seguridad Social llega a ser hasta tres veces mayor que el que concede el ejército.
Las prestaciones que recibe un miembro de las Fuerzas Armadas se rigen principalmente por ese grado de discapacidad, que en su caso será determinado por la sanidad castrense. Por eso, es frecuente que un accidente o un atentado sufrido por un militar acabe en una demanda al Ministerio de Defensa.
En 2016, este departamento del Ejecutivo creó una Oficina de Atención a la Discapacidad dentro de las Fuerzas Armadas.
El equipo de RT solicitó una entrevista al propio ministerio y a la Asociación Española de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad, pero ambas fueron denegadas.
En una de las últimas comisiones en el Congreso, la ministra en funciones, la socialista Margarita Robles, mandó un mensaje a las familias: "Hemos tratado de prestarles siempre la máxima ayuda personal. Si no lo hemos hecho a tiempo o no ha sido suficiente, pido disculpas por ello".
"Una facilidad terrible para abandonarte"
Jonathan tiene constantemente la sensación de estar pisando cristales. Su nervio ciático quedo gravemente dañado tras caerse por unas escaleras durante unas maniobras.
Mas tarde, cuando estaba trabajando en su rehabilitación, le expulsaron del Ejército por padecer un supuesto cuadro depresivo. Tras siete operaciones, este sargento de la Armada en retiro lucha para que el Tribunal Militar reconozca que su accidente ocurrió durante un acto de servicio.
"La institución a la que nosotros entregamos nuestra vida, nuestra juventud, tiene una facilidad terrible para abandonarte cuando ya no sirves", explica Jonathan.
Los relatos de estos exmilitares afectados coinciden en señalar en que el Ejército lo era prácticamente todo su vida. Sin embargo, cuando un accidente truncó su futuro militar, se vieron forzados a descubrir la otra cara de las fuerzas armadas.