Astrónomos japoneses han confeccionado un catálogo de los cráteres de impacto del asteroide 162173 Ryugu fotografiados durante meses por la sonda Hayabusa2, que partió de vuelta a la Tierra en noviembre pasado. El trabajo incluye todos aquellas cavidades que tienen más de 20 metros en diámetro, que suman un total de 77.
El cráter más grande, bautizado por los científicos nipones como Urashima, ocupa una superficie equivalente a un tercio del diámetro del propio asteroide. Otros 10 cráteres superan los 100 metros de ancho y cinco de ellos se alinean a lo largo de una 'cordillera' que rodea el ecuador del cuerpo celeste.
La distribución de los cráteres o su variación de densidad sobre la superficie es un hecho al que los investigadores no encontraron una explicación a partir de un criterio de aleatoriedad, según admiten en un artículo prepublicado que aparecerá en la versión impresa de la revista Icarus en marzo próximo.
Así, se registran más cráteres en las latitudes bajas y menos en las latitudes altas (es decir, más cerca de los polos). Además, el asteroide tiene una loma en su hemisferio oeste, que es el que tiene relativamente menos cráteres.
El equipo investigador estima que la larga historia geológica de Ryugu está detrás de esta agrupación desigual. Su superficie no se formó de una sola vez, sino que la mayor parte de la cresta ecuatorial es relativamente antigua, mientras que la parte occidental es más joven. Así, las regiones de más antigüedad tuvieron mucho más tiempo para acumular esas cicatrices fruto del impacto de otros objetos espaciales.
La propia sonda Hayabusa2 es responsable del aparecimiento de un cráter artificial sobre el asteroide. En abril de este año, el aterrizador de la nave lanzó una bomba contra su superficie, que al explotar permitió obtener algunas muestras de la roca, dejando un cráter de 20 metros de ancho.
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