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Los problemas técnicos de los cazas F-35 persisten y Tokio estudia ensamblarlos en Japón

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Se espera que la reconocida calidad de la industria nipona pueda ayudar a salvar un avión lastrado por numerosos problemas técnicos y sobrecostos.
Los problemas técnicos de los cazas F-35 persisten y Tokio estudia ensamblarlos en Japón

El programa de producción en masa del cazabombardero furtivo F-35, el más caro de la historia del Pentágono, sigue enfrentando nuevos retos, como la persistente falta de repuestos, la escasa capacidad de reparación, y lo que es más temido: unos legisladores cada más reacios a pagar la factura.

Japón está buscando relanzar la producción nacional de estos aviones de combate de quinta generación, informó este miércoles Nikkei Asian Revue

Desde que Tokio adoptó el avión de combate F-35A en el año fiscal 2011 bajo el programa de ventas militares extranjeras de EE.UU., la compañía nipona Mitsubishi Heavy Industries empezó a ensamblar y realizar los controles finales de estas aeronaves, que son vendidas al país por Lockheed Martin.

Sin embargo, el costoso proceso provocó la decisión del Gobierno japonés de importar los F-35 ya fabricados. Tokio aprobó asimismo a finales de 2018 la compra de otras 105 unidades, incluidos 42 F-35B de despegue corto y aterrizaje vertical.

Ahora, Mitsubishi Heavy Industries ha logrado reducir los costos hasta unos 86,3 millones de dólares, en comparación con el precio unitario de 86,7 millones de los aviones ensamblados en Estados Unidos.

Pese a que la diferencia de unos 400.000 dólares no parece tan grande, Tokio está optando por volver al ensamblaje local, posiblemente esperando también que la reconocida calidad de trabajo japonesa pueda salvar al avión, lastrado por numerosos problemas técnicos.

Los problemas técnicos persisten y los costos se disparan

El error más reciente en el programa F-35 ocurrió el mes pasado, cuando las entregas de aviones se detuvieron durante dos semanas después de que Lockheed Martin descubriera un problema con los broches de presión, según Airforce Magazine. A principios de noviembre, las Fuerzas Armadas estadounidenses fueron notificadas de que se había producido en la línea de ensamblaje una "mezcla" de broches de titanio e Inconel [una familia de superaleaciones austeníticas con base de níquel y cromo], lo cual afectó a un número no especificado de aviones, reveló el martes el jefe de adquisición del Pentágono, Ellen Lord citado por USNI.

"Tenemos un sistema de calidad sólido", dijo entonces Lord, restando importancia a lo ocurrido. Sin embargo, el propio Pentágono ha reconocido repetidamente problemas críticos que afectan a la aeronave, la cual ha demostrado una baja fiabilidad y adolecer de una 'reparabilidad' inadecuada.

"Ninguna de las versiones del F-35 [para la Fuerza Aérea, Cuerpo de Marines y Marina de Guerra] cumple con las normas de confiabilidad o mantenibilidad", afirmó por su parte el director de evaluaciones del Pentágono, Robert F. Behler al comparecer en noviembre ante el Comité de Defensa de la Cámara Baja.

Esta baja fiabilidad se ve agravada por una escasez crónica de repuestos, así como por sus elevados costos de mantenimiento. A pesar de las dificultades para determinar los costos reales del programa, que se atribuyen a una "planificación insuficiente" del proyecto, las estimaciones hablan por sí solas. Durante el ciclo de vida planificado de 60 años del programa F-35, se espera que los costos de adquisición alcancen más de 406.000 millones de dólares, mientras que los de mantenimiento se elevarían por encima del billón.

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