Marie [nombre ficticio] tenía 14 años cuando conoció a Miguel, uno de los cascos azules de la ONU desplegados en Haití. Cuando le anunció que estaba embarazada, Miguel se comprometió a ayudarla, pero regresó a Brasil y nunca más supo de él.
La historia de Marie no es una excepción. Forma parte de los cientos de relatos similares recogidos por Sabine Lee, profesora de Historia en la Universidad de Birmingham, y Susan Bartels, científica en la Universidad de Queen en Canadá, y que presentan en un estudio publicado en The Conversation, una web financiada por un consorcio de universidades.
'Te daban unas monedas y a cambio te metían un bebé: 265 historias de niños haitianos abandonados por sus padres de la ONU',es el título del estudio en el que se concluye que los cascos azules de Naciones Unidas mantuvieron relaciones sexuales y abusaron de mujeres y menores haitianas a las que abandonaron junto a sus hijos en la más extrema pobreza.
"Niñas de apenas 11 años fueron abusadas sexualmente y quedaron embarazadas por los miembros de las fuerzas de paz (...) abandonadas en la miseria para criar a sus hijos solas, a menudo porque los padres eran repatriados una vez que se conocía el embarazo", destaca.
Este trabajo está centrado en 2.500 entrevistas sobre las experiencias de las mujeres y niñas que vivían cerca de las bases militares de Naciones Unidas en 2017, último año de la misión en este país, que comenzó en 2004.
De las personas consultadas, 265 mencionaron historias de niños nacidos de relaciones sexuales con el personal de la ONU. Los bebés nacidos de esas relaciones son conocidos como "petits MINUSTAH", acrónimo de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití.
La MINUSTAH –recuerda el informe– es una de las misiones más controvertidas de la ONU. "Ha sido foco de extensas acusaciones de explotación sexual y abuso", destaca.
"Solo por una comida"
El estudio subraya que varias organizaciones ya informaron de diferentes casos en Haiti en el que se ofrecía a las menores comida o pequeñas cantidades de dinero para mantener relaciones sexuales.
"Tuvieron relaciones sexuales con las chicas ni siquiera por dinero, solo por comida, por una comida", relata uno de los entrevistados. El informe también destaca que hubo casos de abusos sexuales de hombres y niños.
Asimismo, advierte que los fenómenos descritos no son exclusivos del contexto haitiano y el trabajo preliminar que realizan en la República Democrática del Congo "sugiere una situación comparable".
Ya en 2007, la ONU reconoció que más de 100 cascos azules de Sri Lanka en Haití explotaron a nueve niños entre 2004 y 2007. Los soldados fueron repatriados, pero no castigados.
Las investigadores advierten que debe detenerse la práctica de la ONU de repatriar a cualquier personal de la ONU implicado en explotación o abuso sexual ya que tiene una consecuencia doblemente negativa: evita que sea enjuiciado el presunto culpable y la víctima/madre/hijo pierden la oportunidad de obtener apoyo financiero.
Por su parte, Naciones Unidas aseguró que cualquier efectivo que no cumpla con los estándares de desempeño deberá rendir cuenta y añadió que la lucha contra el abuso y la explotación sexual por parte de los cascos azules es una de las prioridades del Secretario General, António Guterres.
Recuperación inestable
En enero de 2010, un terremoto de magnitud 7 con epicentro a unos 25 kilómetros al oeste de Puerto Príncipe arrasó gran parte de Haití, una catástrofe en la murieron entre 100.000 y 316.000 personas, según diferentes estimaciones.
El país también padeció disturbios políticos en 2015, así como los huracanes Matthew e Irma en 2016 y 2017. Además, tras el sismo estalló una epidemia de cólera de la que se acusa a la contaminación que generó el personal de paz de la ONU.
Cuando sufrió el sismo, Haití ya era el país más pobre del hemisferio occidental y el Gobierno no estaba preparado para lidiar con las consecuencias: un año después, solo había limpiado el 5 % de los escombros y construido el 15 % de las viviendas requeridas.
Ocho años después, más de dos millones de haitianos aún dependen de la ayuda humanitaria. Millones de dólares en ayuda exterior terminaron en manos de la élite local y casi el 90 % del financiamiento foráneo se desembolsó a través de agencias de la ONU, contratistas privados y agencias civiles y militares extranjeras.