Como cada Nochebuena, el papa Francisco celebró en la basílica de San Pedro del Vaticano la Misa de Gallo, la ceremonia más importante de la Navidad para los católicos.
Durante el sermón, el pontífice defendió el amor "incondicional" y "gratuito" hacia el prójimo —aun frente a las peores conductas— como una condición indispensable para cambiar el mundo y conseguir la paz.
"La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor", manifestó el papa frente a la multitud de fieles reunidos en el lugar para participar del servicio religioso, que conmemora el nacimiento de Jesucristo.
"Su amor es incondicional", incluso si "tienes ideas equivocadas y que hayas hecho de las tuyas", continuó. Y añadió: "aún en nuestros pecados, continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso. Es fiel, es paciente".
Mensajes para el continente americano
Este mediodía, el papa argentino impartió la tradicional bendición 'Urbi et Orbi' —'a la ciudad y al mundo', en latín— y envió deseos navideños a los pueblos de América.
"Que el pequeño niño de Belén sea una esperanza para todo el continente americano, donde muchas naciones atraviesan un período de agitación social y política", expresó.
"Quisiera alentar al querido pueblo venezolano, puesto a prueba durante mucho tiempo por sus tensiones políticas y sociales, y que no le falte la ayuda que necesitan", agregó.
Migración y pobreza
Por último, el pontífice pidió por las naciones africanas, donde la pobreza y las difíciles condiciones políticas y sociales obligan con frecuencia a las personas a emigrar, renunciando así a sus casas y a sus familias.
"La injusticia los obliga a atravesar desiertos y mares, transformados en cementerios. La injusticia los fuerza a sufrir abusos indecibles, esclavitudes de todo tipo y torturas en campos de detención inhumanos. La injusticia les niega lugares donde podrían tener la esperanza de una vida digna y les hace encontrar muros de indiferencia", lamentó.
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