Dos vecinas gastan 26.000 dólares en una batalla legal por culpa de un gato

La historia comenzó luego de que la dueña de Ozzy, un felino de raza Maine Coon, notara que su mascota permanecía largos periodos de tiempo fuera de casa y en más de una ocasión regresaba portando collares nuevos.

Una británica mantuvo una batalla legal varios años con una de sus vecinas para evitar que alimentara y cuidara a su gato, gastando en ello miles de dólares en honorarios a sus abogados, informa el diario The Times.

Todo comenzó en 2015, cuando Jackie Hall comenzó a notar que Ozzy, su gato de raza Maine Coon, permanecía largos periodos de tiempo fuera de casa y en más de una ocasión regresaba portando collares nuevos.

La dueña, preocupada por las prolongadas ausencias de la mascota, le colocó un localizador GPS y logró rastrearlo hasta la casa de Nicola Lesbirel, una mujer que vivía en los alrededores, y quien llevaba años alimentando al gato.

Hall y su esposo informaron a la vecina que ellos eran los propietarios de Ozzy y le pidieron que dejara de ocuparse del animal. No obstante, las peticiones —a través de cartas, mensajes de textos y correos electrónicos— no surtieron efecto y fue entonces cuando Jackie contrató a un legista para solicitar una orden judicial.

Lesbirel negó haber actuado mal y le respondió a la familia Hall que el felino era muy "cariñoso" y estaba muy "apegado" a ella y a su territorio. Sin embargo, los dueños le reiteraron que no era su gato: "No te lo vamos a dar", dijeron.

Luego de que ambas partes gastaran cerca de 20.000 libras esterlinas (26.000 dólares) pagando abogados, el caso se revolvió el año pasado antes de llegar a los tribunales. Lesbirel firmó un acuerdo vinculante que establecía que no alimentaría más a Ozzy ni le quitaría su collar. Asimismo, se comprometió a no dejarlo entrar en su vivienda.

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