El veloz aumento del calor extremo durante la erupción volcánica del Vesubio en el año 79 a.C. dejó en una de las víctimas fatales un efecto desconocido hasta ahora. El cerebro del supuesto custodio de un ente público en Herculano, el poblado que estaba al pie del volcán, se convirtió en vidrio.
Los restos mortales de esa persona fueron encontrados en los años 60, durante una excavación arqueológica en lo que era el Colegio consagrado al culto de Augusto, el primer emperador romano. Las cenizas volcánicas y las emisiones venenosas del cráter lo alcanzaron mientras estaba recostado sobre una cama de madera, en el área de servicio del recinto en Herculano, que estaba más cerca del volcán que Pompeya.
Precisamente esa madera, carbonizada pero no incinerada, ha permitido a un grupo de científicos establecer la temperatura máxima que se registró en la habitación: 520° Celsius. Y el hallazgo principal se debe a un estudio forense sobre los restos carbonizados.
Normalmente, los tejidos cerebrales se saponifican a temperaturas altas, lo que deriva en su transformación química en jabón (glicerol y sales de ácidos grasos), según sostiene un artículo publicado por el grupo en New England Journal of Medicine. Esto no sucedió en el caso del hombre en cuestión, como tampoco hubo una incineración completa.
El antropólogo forense Pierpaolo Petrone, que dirige un laboratorio en el Departamento de Ciencias Biomédicas Avanzadas de la Universidad de Nápoles Federico II, analizó junto a sus subordinados este material vítreo en el cráneo de la víctima e identificaron varias proteínas y ácidos grasos presentes en los tejidos cerebrales y el cabello humano. Su hipótesis es que el calor radiante pudo quemar la grasa y los tejidos corporales, haciendo que el cerebro se vitrificara.
Ese mismo material "era indetectable en otras partes del esqueleto o en la ceniza volcánica adyacente y no se encontró en otros lugares del sitio arqueológico", constata el artículo. Los autores explican una alta presencia de óxido de hierro en el 'vidrio' por la degradación térmica de las proteínas de sangre, mientras que los fluidos corporales simplemente se evaporaron.
Los autores llegan a comparar las características de este y de otros muertos por la erupción del Vesubio con las víctimas de eventos más desastrosos de la historia contemporánea, como las tormentas de fuego en las ciudades alemanas de Dresde y Hamburgo, posteriores a los bombardeos de la aviación británica y estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Allí los tejidos blandos de los cadáveres también se vitrificaron en algunos casos.
El director del parque arqueológico de Herculano, Francesco Sirano, quien también participó en la investigación, estimó en declaraciones a la prensa napolitana que la muestra antropológica ofrecida por el sitio se ha mostrado "extremadamente interesante". "Los estudios de antropología física ahora son compatibles con un análisis de laboratorio cada vez más sofisticado", señaló, y prometió un estudio del mismo grupo (aún no publicado) sobre los restos del ADN, que permitirá incluso establecer el parentesco de las víctimas encontradas.
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