Dos músicos y programadores han creado y grabado en un disco duro todas las melodías que pueden existir y las han publicado en un dominio abierto. Su objetivo es acabar con las demandas judiciales contra los músicos, que ven como una traba a la libertad creativa.
Damien Riehl y Noah Rubin escribieron un algoritmo que grabó todas las posibles combinaciones de ocho notas en 12 compases para demostrar el carácter finito de la música, un método semejante al que usan muchos 'hackers' para adivinar contraseñas.
Su acción se sustenta en que, grabada en el formato MIDI, la música no es más que secuencias de números. "Conforme a las leyes de propiedad intelectual, los números son una realidad, que a su vez casi no es propiedad intelectual o no lo es en absoluto", explicó en un discurso sobre su proyecto Damien Riehl, quien también es letrado en derecho sobre la propiedad intelectual.
Su postura es que, si los números existen desde el origen de los tiempos y las personas los utilizan, tal vez las melodías son simplemente matemática, una realidad de la que nadie puede adueñarse con el argumento de que es su propiedad intelectual.
Grabados en un medio estable como un disco duro, las melodías automáticamente se convierten en propiedad intelectual, indica Riehl, quien junto con Rubin la ha convertido en algo de dominio público, subiendo en Github e Internet Active tanto los materiales musicales y el algoritmo que los generó como el código de fuente abierta.
Defenderse en un caso de robo de derechos intelectuales puede costar millones de dólares en honorarios legales y el resultado del pleito es poco previsible. Al poner a disposición de todo el mundo todas las melodías posibles, Riehl y Rubin esperan impedir que tales casos tengan éxito en los tribunales.
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