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"Si tenés un sueño, salí a buscarlo": La argentina Georgina Melatini narra los desafíos que afrontó para ser campeona latinoamericana de surf adaptado

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La joven, de 21 años, padece mielomeningocele, una condición de nacimiento que afectó a su espina dorsal y le produjo una inmovilización casi total de sus piernas.
"Si tenés un sueño, salí a buscarlo": La argentina Georgina Melatini narra los desafíos que afrontó para ser campeona latinoamericana de surf adaptado

El ajetreo del mar en Valparaíso, Chile, la hace concentrarse en un solo punto. Se siente sola, como si el océano entero le perteneciera a ella y a nadie más; sin embargo, a un costado, su entrenador la vigila y alienta: "¡Es esta, Georgy, dale!". Desde la orilla, a unos 300 metros de distancia, su familia se lleva las manos a la boca para contener la emoción, aunque es imposible: "¡Vos podes, hija!", le gritan. Pero ella no escucha. Lo único que hace es observar, con el pecho pegado a su tabla, la próxima ola que se avecina. Sabe que es la correcta, la definitiva. La espera desde hace tres años, cuando decidió que la discapacidad de sus piernas no le impediría cumplir sus sueños de competir en un deporte extremo. La espera desde los seis meses de vida, cuando lloraba cada vez que su madre la sacaba de una piscina y la ponía devuelta en tierra firme. Pero este día, una mañana fría de agosto del 2019 en el país andino, la espera se termina.

Georgina Melatini, de 21 años, se aferra a su tabla, mientras el mar forma un muro de tres metros que intenta voltearla. El miedo la invade, aunque ese sentimiento la mantiene alerta para dominar la furiosa oleada. Su entrenador la asiste. Georgina está lista.

Todo ocurre en unos segundos: la barrida impecable que la empuja a toda velocidad en dirección a la orilla, la puntuación casi perfecta de los jueces, el festejo de sus familiares desde la playa. La deportista acaba de surfear la ola de su vida: se convirtió, por primera vez y en su categoría, en la campeona latinoamericana de surf adaptado.

"Ahora se viene la parte divertida. ¡Entrar al mar!", dice Alejandra Cuenca, madre de Georgina. Es un sábado de febrero en la localidad costera de Santa Clara del Mar, en la provincia de Buenos Aires, sitio donde la deportista entrena habitualmente, junto a dos preparadores. Atrás quedó el campeonato de Chile y ahora, 'Georgy', se pone a punto para el mundial que se disputará en las playas de California, EE.UU., a partir del 11 de marzo.

Allí competirán diferentes categorías de la disciplina no convencional. Las mismas se diferencian respecto a las capacidades de los deportistas: van desde físicas hasta mentales. En el caso de la joven atleta argentina, su disciplina es 'surf con asistencia'. Es decir, hay un entrenador que la acompaña en el agua en todo momento.

Pero el primer paso, superar la orilla y adentrarse en lo profundo, no es sencillo. A falta de elementos inclusivos en varias playas del país, como una 'silla anfibia', instrumento que permite una circulación adecuada por la arena y las piedras para personas discapacitadas, Georgina debe colgarse de los hombros de su madre para entrar. "Es un poco agotador, pero ya me acostumbré. La llevo y la voy a buscar después", explica Alejandra en diálogo con RT. Y agrega: "Somos un equipo".

La situación se repite en numerosos accesos a las playas públicas de la costa atlántica: no están preparadas para todos, sobre todo durante el verano, cuando el turismo explota el lugar. En 2016, se presentó ante el Congreso Nacional del país sudamericano un proyecto de ley que establece la obligatoriedad de la silla anfibia, pero la iniciativa no avanzó.

"Entró muy bien en esa", dice como balbuceando Víctor Acuña, uno de los dos entrenadores de Georgina. La observa con unos binoculares desde la orilla. En el mar, la surfista está acompañada por Ezequiel Acuña, hijo de Víctor. Ambos son guardavidas y preparan a la joven en la actividad desde 2016, cuando empezó a tener contacto con una tabla. "¡En diagonal, Georgi, en diagonal!", rezonga el entrenador en soledad.

"El esfuerzo que hace ella es el doble que para cualquier otro deportista", advierte Acuña. Y destaca: "No poder usar las piernas es un desafío enorme cuando se viene la ola". La actividad en la región fue creciendo poco a poco. No fue sino hasta 2018 que se celebró la primera competencia sudamericana, evento que tuvo lugar en la ciudad de Mar del Plata, principal distrito costeño de Argentina, y en donde Melatini obtuvo el segundo puesto. "Nos sorprendió a varios. Con tan poca edad ya viene alcanzando muchos logros, esperemos que en California continúe así", finaliza el preparador.

Inicios de una campeona

Georgina padece mielomeningocele, una condición de nacimiento que afectó a su espina dorsal y le produjo una inmovilización casi total de sus piernas. Pese a ello, a los seis meses de vida ya estaba sumergida en una piscina de natación. "Cada vez que se terminaba la clase, y me sacaban del agua, me ponía a llorar", recuerda la actual campeona. "Las profesoras del lugar tenían que extender el tiempo en la pileta para que yo disfrutara más", agrega.

Su afición por los deportes acuáticos no se detuvo. A los ocho años, comenzó a practicar natación adaptada, cerca de la localidad de Tigre, en la provincia de Buenos Aires, donde nació y vive actualmente. El ímpetu que ponía en cada entrenamiento la llevó a competir en diferentes certámenes: primero fueron torneos municipales y luego las nacionales, todas de nado libre. "Representé a Tigre varias veces y era una emoción tremenda", rememora Melatini.

El arribo al surf adaptado, cuenta, se produjo "por casualidad". Su habilidad por zambullirse y nadar en el mar de Santa Clara llamó la atención en 2016 de Víctor Acuña, guardavida de la zona, entrenador de surf convencional y ─como un guiño del destino─, un viejo conocido de su madre. "Tuvieron un reencuentro casual después de muchos años y me invitó a probar con la tabla. Soy muy mandada así que no lo dude", confiesa Georgina.

Lo que siguió fue un régimen de exigencia cada vez más elevado. La joven, cuando no se encontraba cerca de una playa, debía entrenarse en un natatorio hasta esperar por una oportunidad de volver al océano. Las jornadas de invierno en el país se transformaron en entrenamientos extremos, con temperaturas bajo 0 dentro del mar. Las fiestas y eventos sociales se iban acortando y la palabra "profesional" ya se oía en su hogar. "A veces tenemos peleas", retoma su madre. "Ella todavía es muy joven y quiere divertirse, pero va a representar a un país en unos días y eso no lo vive cualquiera", remarca Alejandra.

"Muy pocas personas saben que Georgina va a representar a la Argentina"

'Georgy' sigue en el agua con Ezequiel, su entrenador. De lejos, se la ve surcar las olas con la tabla. Aparece y desaparece con cada envestida del mar, junto a otros surfistas. Alejandra la espera a unos metros de la orilla para recibirla cuando la práctica termine. "Hoy fue intenso", aclara.

Pero el campeonato del mundo se acerca y la joven no quiere flaquear. Sin previo aviso, una ola llega a toda velocidad. Ella la captura, agarra firme su tabla y realiza una barrida sublime, surfeando como ella solamente puede hacerlo. Víctor, del otro lado, festeja la hazaña. "Cerramos con esa, ¡campeona!", grita y el entrenamiento se termina.

Fuera de la playa, en el casco histórico de Santa Clara, donde se fundó la ciudad, Georgina y el equipo se toman un descanso tras finalizar la jornada. "La recreación es importante. Hay que disfrutar de los momentos dentro y fuera del agua, sin perder el nivel de exigencia", acota Ezequiel.

Actualmente, la financiación que llevará a Georgina al mundial y, la que obtuvo desde sus inicios, sale íntegramente de su familia. No posee becas deportivas o algún un subsidio estatal que permita costear los gastos de la actividad. "Es un deporte caro. El traslado a las diferentes competiciones y los elementos que usa cuestan dinero. Necesitamos que el Estado nos acompañe más. Prácticamente nadie sabe que Georgina va a representar al país en los EE.UU.", sentencia Alejandra Cuenca, que se dedica a la enfermería.

La preocupación de la madre por conseguir recursos e impulsar la carrera de su hija la llevaron en 2019 a competir en el certamen televisivo '¿Quién quiere ser millonario?'. El popular formato del país sudamericano permite a los participantes acceder a grandes premios económicos, tras superar diferentes etapas. Allí, Cuenca obtuvo un ingreso que destinó a los gastos de la deportista. "Fue lo único que pude conseguir. Nos sirvió mucho, pero la actividad crece cada vez más. La cantidad de chicos con alguna discapacidad que se suman a surfear es mucha. Esperemos que se habiliten algunos subsidios el día de mañana para todos", explica Alejandra. Y agrega: "Los entrenadores de 'Georgy' no cobran nada por su trabajo y ellos también merecen un reconocimiento".

La joven campeona también considera que el Gobierno debe apoyar más la inclusión en los deportes extremos: "Está por encima de cualquier título y hace grande al deporte. Que todos podamos practicar y competir en lo que nos apasiona, sin importar la condición física", confiere Melatini. Actualmente, la joven está terminando sus estudios como profesora de natación, en paralelo a su carrera profesional. Y lo hace con un sueño: "Quiero abrir mi propia escuelita de surf adaptado. Me gustaría enseñarle a los más chicos que, si tenés un objetivo o un sueño, hay que salir a buscarlo. El mío hoy está en el mar y hacia allá voy", finaliza.

Facundo Lo Duca

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