Descubren auténticos 'tsunamis' de energía cósmica que impiden la formación de estrellas

El arrasador flujo emana de los cuásares a una velocidad que se acerca a la máxima determinada por la física y llega a distancias de hasta miles de años luz.

Un grupo de astrónomos estadounidenses se dio a la tarea de revisar los datos recabados por el telescopio Hubble para establecer de qué objetos espaciales emanan los flujos más enérgicos, y estiman que son los cuásares. El material eyectado por ellos se propaga a través del espacio de una manera similar a los tsunamis en el océano y causa estragos en sus galaxias anfitrionas.

Los cuásares se forman a medida que un agujero negro supermasivo en un centro galáctico absorbe materia, emite radiación intensa y se rodea de gas caliente. Todo ese sistema puede volverse 1.000 veces más brillante que galaxias enteras con sus millones de estrellas, mientra que los flujos de eyección de material se aceleran a velocidades que por poco alcanzan la de la luz.

"Ningún otro fenómeno implica más energía mecánica", comentó la semana pasada el físico Nahum Arav, profesor de la Universidad Politécnica de Virginia e investigador principal del proyecto. "Durante 10 millones de años de su vida, estos flujos salientes producen millones de veces más energía que un estallido de rayos gama".

Por analogía con el viento solar, el científico calificó el fenómeno como "vientos" y dijo que empujan "cientos de masas solares de material cada año". "La cantidad de energía mecánica que llevan estos flujos es hasta varios cientos de veces mayor que la luminosidad de toda la Vía Láctea".

Cuando este 'tsunami cósmico' golpea contra material interestelar, la temperatura en el frente de choque aumenta a miles de millones de grados, calculó el equipo de Arav. Por tal causa, el material brilla en gran medida en los rayos X, pero también ampliamente en todo el espectro de luz.

Chorros de largo alcance

Desde hace décadas, los astrónomos sabían que un proceso físico impide la formación de estrellas en galaxias pesadas, especialmente aquellas que tienen un cuásar en el centro, aunque no había certeza sobre el origen de ese obstáculo. Cuando los investigadores pusieron los flujos observados en sus simulaciones de evolución galáctica, vieron que funcionan como esa fuerza incógnita.

El grupo estudió y midió 13 de esos chorros de alta energía, eyectados por distintos cuásares. De ellos, dos tienen un radio de entre 5 y 20 pársecs (de 16,31 a 65,24 años luz), mientras que otros nueve llegan a 100 – 2.000 pársecs de la fuente (326,2 – 6.524 años luz), según un artículo publicado en Astrophysical Journal Supplements. A estas increíbles distancias alteran o suprimen los cuásares la formación estelar.

Una alta ionización es típica para todas estas emisiones, pero los estudiosos se detuvieron en varios cuásares y pudieron determinar, por medio de la espectroscopia, qué componentes incluye cada flujo. Se descubrió que algunos combinan iones de nitrógeno, oxígeno, sulfuro, argón, neón y sodio, mientras que otros solo dejan la huella espectral de distintos iones de calcio. Un total de seis artículos en la presente edición de marzo recogen en la citada revista los numerosos hallazgos hechos durante el análisis de los datos proporcionados por el Hubble.

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