La NASA registra el mínimo histórico de ozono sobre el Ártico para marzo
En el Ártico se ha registrado un nuevo récord de agotamiento del ozono estratosférico para el mes de marzo. Según informaron este jueves los especialistas de la NASA, el pasado 12 de marzo sus niveles alcanzaron su punto más bajo, con apenas 205 unidades Dobson.
Normalmente, en la primavera las concentraсiones de ozono en el Ártico suelen ser altos, indicó en un comunicado Paul Newman, científico jefe de Ciencias de la Tierra en el Centro de vuelo espacial Goddard de la NASA, ubicado en Greenbelt (estado de Maryland, EE.UU.). En cada marzo, el valor de ozono más bajo observado en el Ártico es generalmente de alrededor de 240 unidades Dobson.
Aunque los índices de este año son inusuales, sí tienen precedentes. "El bajo ozono ártico de este año ocurre aproximadamente una vez por década", señaló Newman. Así, niveles bajos similares se observaron en 1997 y 2011.
Sin embargo, este mínimo histórico sigue siendo el doble entre las concentraсiones de ozono más bajas sobre la Antártida. Si bien en el continente austral se produce anualmente un 'agujero' de ozono (y sus índices generalmente caen a unas 120 unidades Dobson) con respecto a la región norteña, los investigadores de la NASA prefieren utilizar la expresión "agotamiento de ozono".
¿A qué se debe el nuevo récord?
Según científicos estadounidenses, el agotamiento de la capa de ozono en el Ártico en este marzo está relacionado con el significativo debilitamiento de "los eventos de ondas" en la atmósfera superior, según se observa desde diciembre pasado.
Normalmente, estas ondas se propagan hacia arriba, desde la atmósfera inferior de latitud media, y destruyen el circuito de vientos circumpolares alrededor del Ártico. Al mismo tiempo traen consigo ozono de otras partes de la estratósfera, reponiendo el depósito sobre el Ártico, y también contribuyen al calentamiento del aire en esa zona.
El aumento de las temperaturas crea condiciones desfavorables para la formación de las nubes estratosféricas polares que permiten la liberación de cloro, causando el agotamiento del ozono.
Entre diciembre y marzo pasados, estos procesos "fueron débiles y no interrumpieron los vientos polares", por lo que estos actuaron como una barrera, "impidiendo que el ozono de otras partes de la atmósfera repusiera los bajos niveles de ozono sobre el Ártico". Además, como la estratósfera permanecía fría, también se intensificó la formación de nubes estratosféricas polares que liberan el cloro que agota la capa de ozono.
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