El coronavirus deja vía libre a las estafas bancarias y a la ciberdelincuencia
Los delincuentes aprovechan cualquier ocasión para sacar provecho, y en estos tiempos del covid-19 no son pocos los que se llenan los bolsillos de forma ilícita, usando las más diversas técnicas. De hecho, la ciberdelincuencia ha crecido exponencialmente en un gran número de países desde que empezó la pandemia.
Para muestra, un botón. El pasado 22 de abril Matt Gorham, director adjunto de la División Cibernética del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI), contaba ante la presencia de los medios que habían recibido más de 3.600 denuncias por fraude cibernético en el país relacionadas con el covid-19.
"Los cibercriminales se están aprovechando de la epidemia", afirmaba Gorham mostrando su preocupación por la proliferación de estas prácticas, que incluyen "robos en la propiedad intelectual o robos en línea", algo que golpea a una economía ya de por sí afectada por el covid-19 en ese país.
Una crisis que hace mella en diferentes estamentos, pero que ante todo se nota en el bolsillo de ciudadanos de Estados Unidos (y también de otras naciones). Solo en el país norteamericano, desde principios de año la Comisión Federal de Comercio (FTC) ha recibido casi 8.000 reclamaciones (entre quejas y denuncias) de consumidores relacionadas con el coronavirus y valoradas en unos 5 millones de dólares (una pérdida media de unos 600 dólares por persona), según la Asociación de Especialistas Certificados en Delitos Financieros (ACFCS).
¿Las denuncias más frecuentes en estos días? Pues la FTC asegura que las cancelaciones de viajes y vacaciones, las compras en línea, las estafas mediante mensajes de textos y los timos mediante la suplantación de la identidad por los que los criminales se hacen pasar por organizaciones gubernamentales o comerciales e incluso por falsos doctores para hacer test.
Estados engañados, hospitales hackeados, materiales que no llegan
Las autoridades ya han dado la voz de alarma a los ciudadanos que quizá sean los más vulnerables, pero lo cierto es que ellos también están sufriendo este flagelo.
De hecho, un reciente informe de la Oficina de Policía Europea (Europol) enumera algunos factores por los que esta crisis ha hecho que diversos países de la UE hayan caído en la trampa.
La alta demanda de ciertos bienes, equipo de protección y productos farmacéuticos, la disminución de la movilidad y el flujo de personas a través y dentro de la UE o la confianza de los ciudadanos en las soluciones digitales mientras están confinados y tienen una movilidad reducida, son algunos de los puntos que destaca el dosier.
Además EURPOL cita algunos ejemplos sufridos en estados de la Unión y que están siendo investigados como el fraude de la transferencia de 6,6 millones de euros por una compañía a una empresa en Singapur para comprar geles de alcohol y máscaras FFP3 / 2 resultando que esos materiales nunca fueron recibidos.
E incluso ataques con métodos de cibercrimen que han puesto más en riesgo si cabe la salud de los ciudadanos, tal y como sucedió en la República Checa. Allí un ataque cibernético en el Hospital Universitario de Brno obligó al centro sanitario a cerrar toda su red de TI, posponer intervenciones quirúrgicas urgentes y redirigir nuevos pacientes en estado grave a un hospital cercano.
"Tales actividades criminales durante una crisis de salud pública son particularmente amenazantes y pueden acarrear riesgos reales para la vida humana. Por eso es más importante que nunca reforzar la lucha contra el crimen", ha afirmado la directora ejecutiva de Europol, Catherine De Bolle, quien encuentra apoyo en las autoridades europeas, como por ejemplo la comisaria de Asuntos de Interior.
lva Johansson, la comisaria europea de Interior, dice acoger "con beneplácito este nuevo informe de Europol" y asegura que los Estados miembros están intensificando esfuerzos para mantener a las personas seguras. "Las autoridades nacionales y las agencias de la UE como Europol y ENISA están aportando información valiosa sobre cómo podemos abordar juntos este desafío", ha espetado.
Los bancos y la presión fraudulenta
Los bancos están en el ojo del huracán de esta vorágine de estafas. Desde suplantaciones de identidad, hasta acciones subversivas en los sistemas operativos, petición de créditos con tarjetas SIM pirateadas. Existe un sinfín de agujeros en el sistema que los criminales están dispuestos a aprovechar.
Consultoras como la famosa Deloitte hacen un llamamiento especial en este tiempo del covid-19 a las entidades bancarias para que extremen sus medidas de defensa a la vez que se puede dar un servicio de garantías y confianza a los clientes en estos momentos críticos.
Incrementar la capacidad operativa lo antes posible para analizar las alertas, revisar y reforzar los controles de fraude interno derivado de los riesgos incrementados por los cambios operativos implementando nuevos controles temporales o llevar a cabo ajustes en los modelos de detección existentes que permitan reducir falsos positivos son algunos de los consejos que indican en su propio sitio web.
¿Un ciudadano indefenso ante las estafas?
En estas circunstancias y viendo que incluso los Estados son engañados y timados: ¿qué puede hacer un ciudadano de cualquier país del mundo que está teletrabajando en casa, comprando en línea y recibiendo continúas informaciones, ofertas, publicidad e incluso test domésticos para saber si tiene el coronavirus?
En España, por ejemplo, los especialistas en delitos tecnológicos y telemáticos advierten que estas estafas en línea suelen llegar en correos electrónicos, aplicaciones no oficiales relacionadas con el coronavirus o solicitándonos simples mensaje de texto a través de nuestros teléfonos móviles, y las asociaciones en defensa de los consumidores advierten de los peligros y piden extremar la precaución.
"El famoso 'phishing' siempre ha existido, pero ahora podemos ver diferencias. Si un banco nos pide las claves hay que sospechar, porque ningún banco te pide las claves en un correo, jamás", afirmó en una entrevista televisada Leana Izverniceanu, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Así pues, y en este tiempo en el que hasta los criminales gozan de mayor tiempo o calma para poder encontrar debilidades en nuestras necesidades de seguir viviendo con una mayor dependencia de las tecnologías y medios digitales, toda precaución es poca, y aunque esa premura a veces no deje pensar con claridad y actuar de manera inmediata, mejor pensarlo dos veces antes de dar un simple clic que nos puede proporcionar más de un quebradero de cabeza y un buen agujero en nuestro bolsillo.
Javier Rodríguez Carrasco