La secretaria nacional de Cultura de Brasil, Regina Duarte, minimizó el jueves las muertes durante la dictadura militar (1964-1985) en este país.
"Hombre, lo siento. La humanidad no deja de morir, si hablas de vida, por otro lado hay muerte", afirmó en una entrevista con CNN al ser preguntada sobre los fallecimientos durante esos años.
Y continuó: "No quiero arrastrar un cementerio de muertos sobre mi espalda. Soy liviana, vivo, estamos vivos. Mantengámonos vivos. ¿Por qué mirar hacia atrás? Aquellos que arrastran ataúdes no viven".
Al ser preguntada sobre su participación en un Gobierno cuyo presidente, Jair Bolsonaro, considera "héroes" a algunos militares que participaron en casos de encarcelamientos y torturas durante la dictadura, respondió: "Si sigues cobrando por cosas que sucedieron en los años 60, 70 y 80, no avanzaremos".
"Hubo tortura, secretaria. Hubo censura", le espetó el periodista. A lo que Duarte contestó: "Bueno, pero siempre hubo tortura. ¡Stalin!, ¿cuántas muertes?, ¡Hitler!, ¿¡cuántas muertes!?".
Duarte asumió hace unos meses después de que Bolsonaro se viese obligado a destituir en enero al secretario de Cultura, Roberto Alvim, tras un polémico video en el que ofreció un discurso semejante al de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania nazi.
Bolsonaro, defensor de la dictadura
Bolsonaro ha expresado abiertamente ser un defensor de la dictadura militar. El pasado lunes, recibió en Brasilia al teniente coronel retirado Sebastiao Curió, de 85 años, que dirigió en los años 70 la represión contra la Guerrilla Araguaia, un movimiento contrario a la dictadura militar.
En agosto del año pasado, se reunió en el Palacio de Planalto con Maria Joseíta Silva Brilhante Ustra, viuda del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los torturadores de la dictadura militar, a quien calificó de "héroe nacional.
No era la primera vez que el ultraderechista alababa al coronel. El caso más sonado fue en 2016, cuando Bolsonaro, en memoria de Brilhante Ustra, se mostró a favor de la destitución de la exmandataria Dilma Rousseff, víctima de torturas durante ese periodo.
Según la Comisión Nacional de la Verdad de Brasil, entre 1964 y 1985 las persecuciones, torturas y ejecuciones fueron "sistemáticas" y dejaron al menos 434 muertos y desaparecidos.