España ha registrado 176 fallecidos a causa del nuevo coronavirus en las últimas 24 horas, en un ligero repunte respecto a la jornada anterior, donde la cifra bajó hasta las 123 muertes. En comparación con fases anteriores de la pandemia, las cifras muestran una tendencia relativamente esperanzadora.
Pero en este contexto sigue llamando la atención un dato alarmante: el de las personas fallecidas en residencias de ancianos, que son ya más de 17.000, es decir, más del 60 % del total de las muertes por coronavirus en España, lo que equivale a decir que al menos seis de cada diez fallecidos en esta crisis sanitaria han sido residentes en un centro para mayores.
"Ha sido muy duro para todos"
Miguel Jiménez, presidente de la residencia Las Camelias, en la localidad madrileña de Móstoles, critica la gestión del gobierno al respecto de este tipo de centros. "Nos han abandonado totalmente", denuncia, asegurando que "para el gobierno no han existido las residencias de la tercera edad". "Ha habido casos en que han prohibido que nos venga material a las residencias", añade Jiménez, declarándose "enfurecido" por la situación.
Milagros Botija, por su parte, es una superviviente, una de las residentes de Las Camelias que sí ha logrado superar la enfermedad del covid-19. Continúa confinada en la planta de contagiados, y aún recuerda con angustia que, hace solo unas semanas, sentía que se ahogaba. Asegura que se ha salvado porque la virgen le ha protegido, y también por el extraordinario trabajo de las enfermeras: "¡Hay que hacerles una estatua más grande que la de América de la Libertad!", exclama esta residente, enfatizando que los miembros del personal sanitario "han estado en el peligro" mientras cumplían con su trabajo, "pero aquí han estado".
En la semana más crítica, llegaron a morir 20 personas en esta residencia de Móstoles. En plena crisis y ante las numerosas bajas del personal, Esperanza Ortiz, directora de la residencia Las Camelias, pasó de ser trabajadora social a directora de la residencia. Hace ya 60 días que no ve a su hijo de dos años ni a su marido, y cuenta duras experiencias sobre despedidas de familiares al borde de la muerte. "Eso ha sido muy duro para todos", reconoce, visiblemente emocionada.
Esta residencia dispone de un pequeño tanatorio en su interior. De manera que, aunque los familiares no pudieron despedirse de sus seres queridos, al menos hubo un lugar digno para que los cadáveres no se quedaran en las habitaciones.
"No sabéis lo que ha pasado aquí –explica, sin embargo, Miguel Jiménez–. A veces han tardado hasta tres días en recoger los cuerpos". En ocasiones, el propio personal sanitario de la residencia ha tenido que recoger los cuerpos en sacos y trasladarlos al tanatorio, desinfectándose posteriormente a consciencia para evitar cualquier tipo de contagio.
El dolor de la soledad
La oleada de muertes no ha sido la única realidad dura que se ha vivido en las residencias españolas durante la pandemia. La soledad y el distanciamiento entre familiares también han sido una fuente de sufrimiento a lo largo de estos días.
La hija de Nicasio Redondo, un residente de Las Camelias de 95 años de edad, vive a tan solo unos metros del centro de mayores, pero no ha podido ver a su padre desde el mes de marzo. "Yo no sé si se ha muerto alguno de los de la residencias estos días; no lo sé porque no he salido de mi habitación, no me he enterado siquiera", comenta Nicasio, en una muestra del duro aislamiento al que esta crisis ha sometido a muchas de estas estas personas.
La mitad de los residentes en este centro continúan infectados, mientras los trabajadores intentan sobreponerse con la mejor energía. Sin embargo, el dolor de todo lo vivido, esta aún muy presente.