El estudio de un grupo de microbiólogos de Hong Kong añade un más argumentos a la versión sobre el orígen animal del coronavirus SARS-CoV-2 y, concretamente, de su relación con los murciélagos de herradura, muy difundidos en China y el resto de la Asia sudoriental.
Los investigadores aislaron el virus de las heces de una paciente de 68 años hospitalizada con coronavirus que presentaba fiebre, dolor de garganta, tos y diarrea. A continuación, la cepa fue introducida en un grupo de células de intestino humano cultivadas artificialmente en laboratorio.
Dentro de este experimento, descrito en un artículo publicado este 13 de mayo, la replicación rápida del patógeno en estos tejidos creados artificialmente dio los efectos semejantes a los síntomas encontrados en pacientes con covid-19. Estos resultados se registraron tanto en las muestras que representaban células del intestino delgado (enteroides), como del grueso (colonoides) y en este último caso hubo una mayor carga vírica.
Pero el destino de la cepa fue otro: un "organoide expandible del epitelio intestinal de murciélago", algo en lo que el equipo ha sido pionero. Este primer sistema de cultivo adaptado para los animales en cuestión demostró que el SARS-CoV-2 infecta sin problema el intestino de murciélago. También se produce una replicación robusta del microorganismo.
Este resultado significa que "el murciélago de herradura chino realmente puede ser el anfitrión original de este SARS-CoV-2", comentó a los medios el microbiólogo Yuen Kwok-yung, el autor principal del estudio.
Los autores recuerdan que se trata de una infección entérica y no solo respiratoria; esta es la razón por la que es tan imprescindible la higiene de las manos. Además, los investigadores estiman que sería recomendable que los médicos hagan un análisis de excrementos a los pacientes recuperados antes de que vuelvan a estar en contacto con la población.
El equipo de microbiólogos de Hong Kong es básicamente el mismo que advirtió, en el año 2007, sobre la eventual aparición de un nuevo y devastador coronavirus precisamente en áreas alrededor de la ciudad china de Wuhan al estudiar la primera epidemia del síndrome respiratorio agudo severo (SARS), registrada en el 2003.
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