El conocido nuevo episodio de la entrega de gasolina a Venezuela por parte de cargueros iraníes va mucho más allá de la tradicional escalada de conflicto en Medio Oriente. La iniciativa persa pone mucha brasa en el asador cuando traslada el teatro de operaciones desde el Golfo Pérsico hacia el mar Caribe, un territorio que Estados Unidos ha considerado históricamente bajo su dominio.
La acción, por normal que parezca, (al final es una venta tradicional de combustible entre dos países que no contempla ningún intercambio militar), es una verdadera afrenta a la gramática de Trump en un momento en que el poderoso país se encuentra herido por la pandemia, que no solo le ha causado ya casi 90.000 muertes, sino que también ha azotado a la marina estadounidense, específicamente a uno de sus buques de guerra insignes, el portaaviones Theodore Roosevelt, con implicaciones en la moral militar. Y, sobre todo, a 6 meses de unas presidenciales, en las que los temas de Venezuela e Irán han sido escogidos para cohesionar el voto duro conservador.
Los buques en movimiento, que según diversas fuentes ya van por el Mediterráneo, pueden parecer una interpelación en grado máximo al presidente estadounidense. De permitir la entrada en el mar Caribe y la consecuente llegada a Venezuela, Estados Unidos verá debilitar en el mundo y en sus ciudadanos la narrativa de país imperial todopoderoso que Trump ha querido retomar especialmente en su camino a la reelección. Quedaría diluida toda su política de sanciones que, especialmente en 2020, ha tenido como objeto a ambos países. Se haría evidente que la pandemia le ha debilitado mucho más de lo que aparenta.
Por el contrario, de bloquear o entorpecer su desplazamiento, Trump estará convirtiendo la interpelación en una oportunidad de oro para la contienda electoral que le permitirá desplazar la tensión en torno a su responsabilidad en la propagación de la pandemia hacia el ámbito geopolítico, lo que podría traerle todo el crédito para sobrepasar la coyuntura viral y mantener unificada su fuerza de cara al evento electoral.
Así que el escenario que parece más probable es que Trump decida interceptarlos y hacer de la amenaza una excelente oportunidad política y electoral.
Pero no solo ganaría Trump.
Para Maduro, la iniciativa de Irán lo pone en una situación de ventaja estratégica. Si los buques no son interceptados, habrá logrado vencer el bloqueo gracias al, considerado por Washington, más impresentable de sus aliados y podrá producir un episodio de victoria ante el poderoso agresor. La gasolina se distribuirá en medio de una movilización simbólica de triunfo a pocos días de su victoria frente a la operación Gedeón, que algunos consideraron la Bahía de Cochinos venezolana.
Si por el contrario, la marina de Estados Unidos intercepta los buques y no les permite su arribo a puertos venezolanos, entonces Maduro podrá posicionar su relato, según el cual el bloqueo de Estados Unidos es el responsable de la actual situación de profunda crisis económica. Así, tendrá un hecho concreto y real para defender su posición antiimperialista ante una oposición que niega este discurso y le achaca a su figura todo el peso del derrumbe económico y petrolero venezolano. Quedaría así desnuda la oposición. Sus seguidores, que también esperan la gasolina, no tendrán más remedio que aceptar a regañadientes que el bloqueo de Estados Unidos afecta fundamentalmente a la población civil. Todo ello en un momento en que la escasez de combustible se vuelve un asunto crítico y estructural.
Los beneficios para Irán son más difíciles de determinar. Es un verdadero desafío el que está lanzando al mundo, no solo porque traslada el conflicto al mar Caribe, lo que ya de por sí es un movimiento arriesgado, sino porque alimenta la pretensión de Israel, que desde hace años quiere destruirlo militarmente antes que pueda producir la bomba nuclear, lo que ha sido la principal preocupación de Occidente en torno a Irán los últimos años.
¿A qué obedece el desafío iraní?
Desde comienzos del 2020, el episodio del asesinato del general y héroe iraní Qassem Soleimani, reivindicado por Trump, subió las tensiones de manera alarmante. La respuesta de Irán no se hizo esperar por medio del lanzamiento de misiles hacia bases militares norteamericanas en Irak. No obstante fue muy cuidadoso en no producir víctimas estadounidenses. El objetivo de Trump con esta operación quirúrgica fue la de poner a Irán en el centro discursivo en un año electoral para solidificar su alianza con los sectores conservadores y el lobbie judío.
Esta misma semana Israel ha formado un gobierno de unidad cuyo principal objetivo es anexarse el simbólico territorio de Cisjordania en el mes de julio, lo que seguramente implicará el recalentamiento del Medio Oriente las próximas semanas.
Desde que Trump, en mayo de 2018, rompió el acuerdo nuclear con Irán diseñado por la gestión Obama, se comprendía que este iba a ser un tema candente de su gestión. Lo que aún no se sabe es si realmente Irán ha desarrollado un plan de enriquecimiento de uranio que le permita mayor simetría en su escalada con Israel. En varias ocasiones en las que subieron las tensiones los últimos años, analistas consideraron que no era el momento para que Irán apretara el acelerador del conflicto, pues tenía todas las de perder ya que se enfrentaba a Israel, una belicosa potencia nuclear. Al momento no se tiene información de algún cambio en la correlación de fuerzas. El ministro de Defensa iraní, Amir Hatami, realizó este lunes 18 de mayo una retadora respuesta expresando que Irán está en capacidad de dar una respuesta "desgarradora" a cualquier enemigo, sin mayores especificaciones.
Craig Faller, del Comando Sur, lo entiende de la siguiente manera: "¿Cuál es el interés de Irán en Venezuela? (…) Yo siento que lo están haciendo para realmente ganar parte de nuestro territorio, y en el territorio de nuestros vecinos y estamos cercanamente siguiendo esto con nuestros asociados. Pregunta sobre esos tanques que están en camino (…) Yo también he visto estos reportes que estos tanques están en camino. No puedo comentar más de estos pero si sé que están apoyando activamente a Venezuela, los iraníes".
Además, la ayuda iraní resulta realmente desafiante justo en momentos en el que se estrecha el cerco sobre Venezuela. ¿Será que el gobierno iraní evalúa débil a los Estados Unidos debido a los estragos de la pandemia?
Ya en abril de este año ocurrieron varias escaramuzas en el golfo pérsico entre barcos militares de Estados Unidos y patrulleros iraníes que culminaron con una amenaza de Trump, quien en su cuenta de Twitter instruyó "a la Marina de Estados Unidos a disparar y destruir a cualquier y a todas las lanchas artilladas iraníes que acosen a nuestros barcos en el mar". Los ánimos ya vienen caldeados.
El portavoz de la Unión de los exportadores de productos petrolíferos de Irán, Hamid Hoseini, considera, sin embargo, que es "poco probable (que Estados Unidos) detenga la exportación de gasolina persa", según una entrevista concedida a la agencia local ILNA. Aunque ya Irán ha denunciado ante la ONU que hay flota militar estadounidense que planea interceptar los buques petroleros.
Ciertamente ningún vocero de Estados Unidos, ni siquiera el jefe del Comando Sur, Craig Faller, han sino enfáticos en asegurar una acción de este tipo, sino más bien han preferido llegar a decir cosas como: "No puedo comentar más".
Más débil todavía ha resultado la denuncia de Elliot Abrams, representante de la Casa Blanca para asuntos sobre Venezuela, quien ha declarado: "Estamos viendo a Irán enviando más y más aviones a Venezuela, particularmente esta semana. Y creemos que se les paga con oro, que los aviones que vienen de Irán que están trayendo cosas para la industria petrolera están regresando con los pagos por esas cosas: oro".
En definitiva, aun no parece que haya una decisión tomada y se comprende que esperan una decisión final de Trump para activar una respuesta.
Mientras tanto Venezuela
En Venezuela la crisis del combustible ha llegado a un nivel inimaginable para este país petrolero.
Pdvsa, la estatal petrolera venezolana, vive una crisis hace más de cinco años que le ha hecho bajar la producción de casi 3 millones de barriles a menos de un millón en la actualidad, según diversas fuentes. Un cóctel le ha provocado esa implosión. La baja de los precios petroleros, la competencia del fracking en el mercado estadounidense, la improvisación y la lucha entre factores de poder internos al chavismo, la corrupción y una evidente incapacidad lograron que el país con mayores reservas petroleras del mundo termine colapsado por la falta de gasolina y esperando la importación de la misma para poder volver a activar un país que, al menos todavía, no ha sido impactado por la pandemia, en tanto hace casi dos meses ocurrió el último de los 10 decesos derivados de la misma. Sin embargo, el país luce paralizado y en las bombas de gasolina se hace cola de hasta 2 días para surtir gasolina.
En este contexto, el interinato de Guaidó ha pedido a la comunidad internacional que pare el recorrido de los buques, lo que ya ha despertado reacciones contrarias en la misma oposición, en la que un tema como este le termina dividiendo entre los que hacen política en el país y los que hacen política desde Estados Unidos y apoyan una intervención.
Extrañamente, Maduro no se ha pronunciado al respecto.
Aún faltan algunos días para que los petroleros lleguen al Caribe. Hasta tanto no dejará de aumentar la presión. Si Estados Unidos es aún el epicentro mundial del coronavirus, Venezuela se convierte en el epicentro de la tensión geopolítica y militar, ahora desde la iniciativa de Irán de llevar su solidaridad hacia los bordes del imperio.
Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América latina.