La fulguración solar más potente desde octubre de 2017, producida por un nuevo grupo de manchas solares, podría ser un indicio de que el Sol ha invertido sus polos magnéticos, entrando en un nuevo periodo de alta actividad.
Las manchas solares en cuestión actualmente están ocultas detrás del extremo izquierdo del astro, pero pronto serán visibles gracias a la rotación.
A pesar de que desde la Tierra percibamos la apariencia de nuestra estrella como estable, los astrónomos han observado que en realidad el astro atraviesa ciclos de 11 años que se caracterizan por marcados picos máximos y mínimos en términos de actividad solar.
Cada fin de ciclo solar y comienzo de uno nuevo coincide con un mínimo solar, es decir, el momento en que se registra la menor cantidad de manchas solares y fulguraciones. Esto sucede como producto de los cambios en el campo magnético del Sol, cuyos polos norte y sur intercambian lugar al concluir cada ciclo.
Pero a pesar de su periodicidad cuasi regular, es difícil predecir este fenómeno con una precisión menor a un periodo de varios meses. Las estimaciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA) ubican el cambio de ciclo solar en abril de este año, con un margen de error de hasta 6 meses antes o después.
Los científicos clasifican la fulguración detectada el pasado viernes por una sonda de la NASA en la categoría M, con lo cual no presenta ningún riesgo para la vida en nuestro planeta, aunque sí puede causar breves apagones de señales de radio y poner en peligro a los astronautas en caso de que estas tormentas radiactivas apuntaran hacia la Tierra.
La reciente ráfaga de radiación solar—observada en forma de bucles de plasma emergiendo de un grupo de manchas solares— sugiere que el mínimo solar ya ha ocurrido, aunque será necesario recopilar mayor evidencia a favor de la creciente actividad solar durante al menos los próximos seis meses para comprobarlo.
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