El Ejército Productivo Obrero (EPO) es un movimiento social compuesto por trabajadores venezolanos, que decidieron juntarse a partir del año 2014 para recuperar, a través del trabajo voluntario, diversas empresas paralizadas, como consecuencia de la coyuntura económica que atraviesa el país, la escasez de repuestos e insumos a raíz del bloqueo estadounidense, y los distintos procesos de desestabilización política.
El grupo, con 2.270 integrantes en todos los estados del país, se define como "un ejército no convencional para ganar una guerra no convencional". Después que los trabajadores de las empresas en problemas se comunican con el EPO, los miembros más idóneos de este colectivo (dependiendo del área a tratar y de la ubicación geográfica), se trasladan a la entidad para "hacer un levantamiento de los nudos críticos".
Este informe se hace a través de entrevistas tanto a los gerentes como a la clase trabajadora, "a la par del diagnóstico del propio Ejército", señala Sergio Requena, integrante del movimiento.
Luego de tener claro el panorama y alcanzar un acuerdo entre las partes, los expertos del EPO se ponen manos a la obra para iniciar las denominadas "Batallas Productivas Obreras", que duran de cinco a siete días, aunque todo depende del proceso productivo y de la entidad laboral a intervenir.
¿Sin presupuesto?
Hasta el momento, mediante este mecanismo, se han reactivado 14 grandes empresas, incluyendo plantas de harina, empaquetadoras, o empresas de gas. Una de las batallas más épicas fue en el Complejo Refinador de Amuay, en Paraguaná (estado Falcón).
De acuerdo con Requena, si se requiere presupuesto para lograr la reactivación de las empresas "esa inversión debe venir de la entidad en problemas". Sin embargo, en muchas ocasiones la solución llega cuando se logra la complementariedad entre empresas del mismo Estado, "pues lo que falta en una, en otra sobra".
"En Venezuela tenemos un sistema no integrado de entidades de trabajo del Estado, lo que hace que cada quien realice sus compras por separado, y a la larga esto nos ha llevado a paralizar empresas por falta de comunicación", dice Requena.
Ante esta situación, lo que hacen es invitar a los trabajadores de empresas cercanas a la que está en problemas, "para tratar de romper el aislamiento y obtener intercambios que traigan beneficios mutuos y desarrollo para todos".
Requena también reconoce que, en muchos casos, las empresas están sin producir por la falta de voluntad de muchos directivos, que "buscan soluciones individuales y únicamente a través de la solicitud de recursos extraordinarios", lo que ha generado un gran parque de maquinarias paralizadas "por trámites burocráticos o pequeñas cosas como un fusible quemado".
Requena considera que muchas de estas demoras esconden la existencia de intereses económicos, con "comisiones" en juego que entorpecen el proceso de activación.
No obstante, Julia Puello, otra integrante del movimiento, asegura que la iniciativa del EPO demostró que la clase obrera puede modificar la estructura del Estado, incluyendo este tipo irregularidades. "Los trabajadores podemos articularnos para generar cambios reales", dice convencida.
Puello, de 67 años, recuerda que al principio de su labor en EPO, muchos trabajadores de empresas paralizadas estaban recelosos por la intervención de ese ejército obrero. "Pensaron que íbamos a quitarles sus puestos, sus espacios", narra. Pero superado el resquemor inicial, decidieron unirse en pro del rescate de las empresas.
"Después trabajamos juntos también la formación intelectual como un eje transversal y hasta las emociones", comenta.
Con visión de futuro
En estos momentos, el Ejército está desarrollando contactos con diferentes organizaciones, empresas, comunas, para preparar las próximas "batallas". "Donde haya reservas morales, capacidad de indignación y voluntad de hacer, allí va a estar el EPO haciendo la recuperación operativa de esas entidades de trabajo para que puedan satisfacer las necesidades del pueblo venezolano", sostiene Requena.
Por esa razón, el movimiento le propuso al Ejecutivo Nacional la creación de una Gran Misión, bajo la denominación de Mantenimiento Soberano, impulsada por trabajadores y trabajadoras provenientes de organizaciones populares, Misiones, Consejos Comunales, Comunas y demás tipos de estructuras populares.
No obstante, este planteamiento aun no recibe respuesta oficial. "Realizamos la propuesta en junio del 2019, la elevamos públicamente y la hicimos llegar a varios integrantes del alto gobierno, pero hasta ahora no hemos tenido respuesta referente a eso. Pero, sí. Queremos que este proyecto se amplié y seguiremos luchando", explica Requena.
De acuerdo con sus miembros, el EPO se opone a cualquier política económica que busque un rol preponderante al sector privado o extranjero, pues confían en que la clase obrera "tiene la capacidad de rescatar la producción para sostener el horizonte socialista en Venezuela".
"Si todos nos sentimos parte de esto, si asumimos ser clase obrera o trabajadora o el nombre que quieran, pero miembros de un colectivo, podemos aportar muchísimo en la industria petrolera, alimenticia, sanitaria, turística", considera Julia, quien lamenta que muy pocos conozcan la gesta de un Ejército que, en vez de armas, empuña voluntades.
Jessica Dos Santos
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