Científicos indios y estadounidenses han publicado en la revista eLife un informe en el que indican que el SARS-CoV-2 contiene una inserción idéntica a una parte de una proteína humana.
En particular, los investigadores analizaron el fragmento S1/S2, exclusiva del covid-19, que no existe en las cepas anteriores del coronavirus y es responsable de la penetración del patógeno a la célula.
En ese fragmento, los investigadores identificaron el péptido RRARSVAS, que está "ausente en más de 13.000 S-proteínas de coronavirus diferentes del covid-19 de la base de datos VIPR".
"Sorprendentemente, el examen de más de 10 millones de péptidos […] de 20.350 proteínas humanas [...] muestra que el péptido de interés (RRARSVAS) está presente exclusivamente en [la proteína] ENaC-ɑ humana", que regula el equilibrio de electrolitos, desempeñando "un rol clave en el control de la reabsorción del agua en la interfaz aire-líquido", indican los científicos.
"Esto sugiere que el SARS-CoV-2 puede haber evolucionado específicamente para imitar un sustrato de proteasa humana", opinan.
Según el doctor Mijaíl Schelkánov, de la Universidad del Oriente Lejano de Rusia, la presencia en el SARS-CoV-2 de esa proteína única es el resultado de "un proceso normal de la evolución del virus".
"De lo contrario, tendríamos que declarar artificial cualquier mutación del virus que tenga un efecto selectivo positivo y aumente su plasticidad ambiental", dijo el biólogo, que no participó en el estudio, al diario ruso Izvestia.
Por su parte, el genetista Konstantín Krutóvski, de la Academia de Ciencias de Rusia, opina que la probabilidad de una mutación accidental, aunque existe, es "insignificante". "La segunda opción es que un huésped intermedio del coronavirus tiene un inserto idéntico al humano, al que se adaptó en el proceso de selección natural y mutación. Pero hasta ahora no se ha encontrado a ese portador. La tercera opción es que el virus ha existido durante mucho tiempo en una población humana o ha sido cultivado en condiciones de laboratorio, en células humanas. Y la cuarta, que lo insertaron artificialmente", sugiere el científico.