Al igual que el nuevo coronavirus, otra infección muy mortífera, el sarampión, 'saltó' en algún momento del pasado de un animal a la especie humana. Para los virólogos ya no es una revelación que la cepa tiene origen bovino, pero desconocía cuándo se produjo ese 'salto'.
Una colección de órganos guardados en formol del Museo de Historia Médica de Berlín dio a un grupo investigador la pista hacia los orígenes de este patógeno. Ariane Dux, del Instituto Robert Koch (Alemania), y varios de sus colegas, tomaron muestras pulmonares de una niña de dos años que murió de sarampión en 1912 y compararon la cepa con otra, preservada desde 1960 y más de un centenar de muestras actuales.
Por otro lado, secuenciaron los virus de la peste bovina, la enfermedad de ganado que solo se ha podido erradicar a principios de este siglo. Los resultados de este análisis genético comparativo y una reconstrucción del genoma original han sido publicados en la revista Science este 19 de junio.
La primera descripción clínica del sarampión se remonta al siglo X, cuando el médico persa Rhazes (Muhammad Al Razi) enumeró en un libro sus síntomas. Posteriormente su obra fue traducida a varios idiomas y los historiadores de la medicina pensaron por mucho tiempo que la enfermedad había aparecido poco antes de eso, algo que habían confirmado las primeras estimaciones, basadas en el 'reloj molecular'.
No obstante, este nuevo análisis genético demuestra que la historia de este patógeno humano es mucho más antigua y se separó de la peste bovina entre los años 1174 antes de la era común y 165 de la era común, con una estimación media en torno al año 528. Es decir, la enfermedad sería, en promedio, 1.400 años más antigua de lo comúnmente aceptado.
Además, los estudiosos conjeturan que su primera propagación posiblemente coincidió con el ascenso de grandes ciudades de la antigüedad y que algunas de las 'pestes' a gran escala descritas en la literatura antigua de Europa y China podrían atribuirse a este virus de origen animal.
La enfermedad se transmite por vía respiratoria y es incluso más contagiosa que la gripe o el SARS-CoV-2. Aunque las prácticas generalizadas de vacunación en la infancia han reducido los brotes de esta enfermedad, el sarampión sigue matando a decenas de miles de personas al año.
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