En el centro del cuásar más luminoso de todos los descubiertos hasta la fecha se ubica uno de los agujeros negros más grandes conocidos y el más voraz jamás visto, estima un grupo de astrónomos de Australia, EE.UU. y el Observatorio Europeo Austral (ESO).
El agujero negro supermasivo J2157-3602, localizado en la constelación del Pez Austral, a una distancia de 12.000 millones de años luz, pesa aproximadamente 8.000 veces la masa de Sagitario A*, el agujero negro central de nuestra galaxia. El artículo del equipo, publicado esta semana en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, señala que su masa equivale a 34.000 millones de veces la del Sol.
Los estudiosos destacan que las observaciones reflejan el estado del cuásar de cuando el universo tenía solo 1.200 millones de años (apenas el 10% de su edad actual), debido a la enorme distancia que nos separa. A partir de esa edad estimada, pudieron calcular también la tasa de crecimiento del agujero negro, la máxima conocida para aquella época, puesto que engulle a un equivalente de la masa solar (terrestre) al día.
"Cuánto pueden tragar los agujeros negros depende de la cantidad de masa que ya tengan", explica uno de los miembros del grupo investigador, Fuyan Bian, que trabajó desde el Observatorio Europeo Austral, con sede en Chile. "Entonces, para que ese objeto esté devorando materia a un ritmo tan alto, pensamos que podría convertirse en el poseedor de un nuevo récord. Y ahora lo sabemos", indica un comunicado de la Universidad Nacional de Australia.
Estas nuevas estimaciones acerca del objeto, identificado por primera vez en el año 2018, se fundamentan en una espectroscopía en infrarrojo cercano hecha por un telescopio australiano y los datos del VLT (Very Large Telescope) del ESO.
"Si el agujero negro de la Vía Láctea quisiera engordar hasta ese punto", compara el astrónomo australiano Christopher Onken, "tendría que tragarse dos tercios de todas las estrellas de nuestra galaxia".
En el caso de que el Sistema Solar sobreviviera de algún modo a esta hipotética adhesión múltiple al cuásar, los investigadores australianos calcularon que, una vez puesto en el centro de la Vía Láctea, este sería 10 veces más brillante que la Luna llena para un virtual observador terrestre. Sin embargo, en su primer estudio sobre el J2157-3602, los científicos calificaron de poco probable que hubiera podido haber vida en la Tierra en ese escenario debido a las enormes cantidades de rayos X que emanarían de él.
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