La pandemia del coronavirus es la protagonista de una crisis económica global que, como sucede tantas veces, se ensaña con quien menos tiene. Mientras miles de comercios afrontan diariamente dificultades para subsistir en México, un café de la capital creó una iniciativa para alimentar a las personas que no pueden llevar un plato a la mesa.
A finales de marzo, cuando México decretó medidas de aislamiento social para evitar la propagación masiva del coronavirus, Pola Carballo sintió un fuerte impulso que la hizo preguntarse: ¿qué comerán los músicos callejeros durante la pandemia, la señora que vende globos o el hombre que vende chicles?
Carballo, la dueña del Café de Raíz de la colonia Roma, ideó los 'menús solidarios', que consisten en un tazón de sopa, arroz, frijoles, guiso y agua a una persona que lo necesite. La iniciativa se sostiene gracias a donaciones de 50 pesos (poco más de dos dólares) por quien quiera contribuir.
Al principio, el Café de Raíz absorbió de su propia caja los recursos para pagar las primeras comidas, pero comenzaron a recibir donaciones de personas solidarias que se adhirieron a una causa que crecía cada vez más, porque como explica Pola, "no es solo de la pandemia del virus, también es la pandemia del hambre".
Una mañana de lunes, Carballo relata desde su pequeño establecimiento que cuando la gente se enteró de que regalaban comida, fueron más de los que esperaban por una porción de alimento para paliar el hambre, una creciente realidad en el país latinoamericano. La pandemia del coronavirus, que ha dejado más de 36.000 víctimas fatales en México, también podría provocar que entre 8,9 y 9,8 millones de personas no tengan los recursos necesarios para comprar alimentos, según estimó en mayo el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
"La gente viene y pregunta si tengo comida que les regale. Un día hicimos comida para 20 personas y llegaron como 40", recuerda la mujer en entrevista con RT. Para aquellos que llegaron tarde a recibir los 'menús solidarios', el Café de Raíz solo pudo ofrecer arroz y frijoles.
En esa ocasión, un joven le dijo a Pola: "Tú eres como 'Las Patronas', que regalan arroz". La comparación con el grupo de mujeres que dedica su vida a cocinar y alimentar a los miles de migrantes centroamericanos que atraviesan México no hizo más que alegrarla. "Y ellas también son de Veracruz", le respondió Carballo con orgullo.
Pola es originaria de un pequeño poblado de unos 500 habitantes que se llama Maguey Maguaquite, localizado en el municipio de Chicontepec, en una región conocida como la Huasteca veracruzana. Hace más de una década, ella migró a la Ciudad de México "añorando una vida mejor", según cuenta esta mujer alegre de tez morena, mejillas enrojecidas, cabello negro y un peinado con coleta.
"Hacer comunidad"
Mientras se escucha de fondo una canción de la cantante mexicana Lila Downs, Carballo dice que todos "buscamos nuestra raíz, de dónde somos". Por esta razón, intentó adaptar el café lo más parecido a su comunidad, para que cuando esté allí sienta un apapacho (palmada cariñosa o abrazo, en náhuatl) al corazón.
Pero el café o la comida típica de Veracruz que cocina no son suficientes para que esta mujer se sienta en casa. Para ella es fundamental hacer comunidad, tener "ese contacto, ese apapacho con el otro", dice la mujer, que viste una blusa negra con un bordado de flores coloridas.
Los lazos de comunidad se construyen y la solidaridad se trae en la sangre. "Siempre que llegaban a la casa, [mi papá] decía: 'dales de comer, invítales agua'. Como en todos los pueblos, la gente es muy solidaria, a veces te dan hasta lo que no tienen", recuerda.
Margarita, una antigua clienta que se volvió amiga de Pola y ahora es parte de cualquier aventura solidaria que se les ocurra, cuenta que una vez llegó al establecimiento y estaba lleno de cobijas que iban a regalar a personas necesitadas.
"Pola no se da cuenta del faro que es Café de Raíz. Es un lugar donde fluyen muchas iniciativas", dice Margarita. La lista de acciones solidarias que ha impulsado Carballo desde su trinchera es extensa.
Con la ayuda de clientes y amigos solidarios del lugar, el Café ha realizado subastas de dibujos para comprar víveres para la Casa Xochiquetzal, un albergue para trabajadoras sexuales de la tercera edad; también reunieron dos toneladas de maíz para comunidades indígenas; y recientemente, los empleados del local consiguieron dinero para un vendedor de chicles que le dio epilepsia y le robaron sus insumos.
En este local, acostumbran regalar pan a los vecinos del barrio cuando tiembla, recordando un viejo refrán mexicano que asevera que es bueno el "pan pa'l susto'. "Todos necesitamos de todos", dice Carballo.
Para esta mujer, la labor del Café de raíz "es tejer redes" en la comunidad. La pandemia del coronavirus ha sido para ella y sus trabajadores otra misión solidaria en la que se han embarcado. Pero no ha sido fácil. Ella cuenta que conforme van pasando los días, los amigos y clientes que los apoyaban se han ido quedando sin dinero.
Por la pandemia del coronavirus, el local ha bajado sus ventas en un 70 %. No obstante, la mujer se muestra positiva ante las circunstancias actuales: "No hay mal que por bien no venga. Ya vendrán tiempos mejores".
José Beltrán
Si te ha gustado, ¡compártelo con tus amigos!