El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, ha reducido a cero uno de los logros más importantes de los republicanos en las últimas cinco décadas al declarar este jueves que la colaboración de EE.UU. con China fue un fracaso total. En la Biblioteca Presidencial de Richard Nixon en Yorba Linda (California), el funcionario afirmó que la política de apertura hacia el país asiático, dictada por las buenas y nobles intenciones del expresidente —que gobernó entre 1969 y 1974— debe llegar a su fin.
"El mundo libre debe triunfar sobre esta nueva tiranía", declaró el secretario de Estado en referencia al Partido Comunista de China, al que presentó como una amenaza para el mundo entero que hay que hacer cambiar de políticas o aislar por el bien de los demás. "Si el mundo libre no cambia a la China comunista, la China comunista de seguro nos cambiará a nosotros. No se puede volver a las prácticas del pasado porque sean cómodas o convenientes", sostuvo.
Casi 50 años después del histórico viaje de Nixon a Pekín en 1972 y su papel en el establecimiento de las relaciones diplomáticas con China en 1979 gracias a sus contactos cuando era presidente, Pompeo acusó a Pekín de aprovechar aquella apertura para abrirse camino al poder y la prosperidad a través de mentiras y engaños, y subrayó que ahora a EE.UU. y sus aliados les toca utilizar "métodos más creativos y firmes" para presionar al Gobierno chino para que cambie de rumbo.
"La verdad es que nuestras políticas —y las de otras naciones libres— resucitaron la fallida economía de China, solo para ver a Pekín morder las manos internacionales que lo alimentaban", señaló Pompeo, al argumentar que el Ejército del país asiático se volvió "más fuerte y amenazador", y repetir las acusaciones de EE.UU. sobre las prácticas comerciales injustas, los abusos de los derechos humanos e intentos de infiltrarse en la sociedad estadounidense.
"El tipo de colaboración que hemos estado persiguiendo no ha traído el tipo de cambio dentro de China que el presidente Nixon esperaba inducir", concluyó Pompeo, quien mencionó que la preocupación del expresidente estadounidense de que había creado un "Frankenstein" al abrir el mundo al Partido Comunista de China había sido profética.