Científicos alemanes que investigan el mecanismo usado por el coronavirus para contagiar las células han descubierto que sus características proteínas espiga —que se adhieren a las células para entrar en ella— son capaces de doblarse, si bien antes se suponía que eran sólidas, informa el Instituto Max Planck de Biofísica.
Investigadores del Instituto Max Planck de Biofísica, del Instituto Paul Ehrlich, del Laboratorio Europeo de Biología Molecular y de la Universidad Goethe de Fráncfort del Meno han analizado en su entorno natural a la proteína espiga, valiéndose para ello de imágenes de alta resolución y métodos informáticos. La proteína espiga se halla en el centro de la atención científica para el desarrollo de una vacuna porque desencadena una respuesta inmune en los humanos.
Los datos observados mostraron que la porción globular de la proteína espiga, que contiene la región de unión al receptor y el mecanismo necesario para la fusión con una célula diana, está conectada a un tallo flexible.
"La parte esférica superior de la espiga tiene una estructura que está bien reproducida por proteínas recombinantes utilizadas para el desarrollo de vacunas", explica Martin Beck, director del Instituto Max Planck de Biofísica. "Sin embargo, nuestros hallazgos sobre el tallo, que fija la parte globular de la proteína espiga a la superficie del virus, son nuevos", subraya.
Otro investigador, Gerhard Hummer, recalca que estos "tallos son extremadamente flexibles". "Al combinar simulaciones de dinámica molecular y tomografía crioelectrónica, el equipo identificó tres articulaciones, cadera, rodilla y tobillo, que le dan al tallo su flexibilidad", destaca Hummer.
"Como un globo atado a una cuerda, las espigas se mueven en la superficie del virus y, por lo tanto, son capaces de buscar el receptor para acoplarse a la célula diana", ha comentado Jacomine Krijnse Locker, del Instituto Paul Ehrlich
Para prevenir la infección, anticuerpos se dirigen hacia estas espigas. Sin embargo, las imágenes y los modelos también mostraron que toda la proteína espiga, incluido el tallo, está recubierta con cadenas de glicanos que le proporcionan una especie de capa protectora que oculta las espigas de los anticuerpos neutralizantes. Según los investigadores, este es otro hallazgo importante para la creación de vacunas y medicamentos efectivos contra el covid-19.
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