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Fin a la huelga de hambre del líder mapuche: ¿un paso atrás del gobierno de Piñera?

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El acuerdo logrado no es un signo del cambio en la justicia para con las exigencias indígenas. Sin embargo, muestra cómo el gobierno necesita cerrar los flancos abiertos con el pueblo mapuche, ya que pueden desencadenar nuevas olas de protesta en el país.
Fin a la huelga de hambre del líder mapuche: ¿un paso atrás del gobierno de Piñera?

A última hora del martes se dio a conocer un acuerdo entre el Gobierno de Chile y el líder mapuche en huelga de hambre desde hace 106 días, el 'mashi' Celestino Córdova.

El presidente chileno, Sebastián Piñera, había declarado esa misma mañana su intención de llegar a un acuerdo con los mapuches en conflicto, aunque sin hacer un nuevo ofrecimiento concreto. Poco después, los representantes de ambas partes confirmaron la reanudación de la mesa de diálogo.   

El Ejecutivo chileno, por medio de su ministro de Justicia, Hernán Larraín, había propuesto el pasado domingo permitir al 'mashi' una visita por 15 horas a su 'rewe' (comunidad) desde el hospital intercultural de la ciudad de Temuco, donde ha sido hospitalizado debido a su débil estado de salud. Esta era quizá la última oportunidad para que se pudiera lograr el acuerdo que salvara la vida del líder después de 106 días de huelga de hambre, que había amenazado con declararse también en huelga seca y enviado un mensaje de despedida a sus paisanos mapuches.

El acuerdo permite finalmente que Celestino pueda visitar su comunidad durante 30 horas y quedarse en el hospital el tiempo necesario para su recuperación. Además, podrá ser trasladado desde su actual cárcel (él y el resto de huelguistas que aún no han depuesto su intención de seguir en la huelga) a un Centro de Educación y Trabajo. El gobierno reconoció otros seis reclamos para cumplir con el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en relación a los derechos indígenas, lo que era la principal demanda de los huelguistas.

Este acuerdo puede verse como una victoria del conflicto planteado por el líder mapuche y sus seguidores. Por parte del Estado no implica un cambio esencial, pero sí parece un paso atrás en su acostumbrada criminalización de los actos de protesta de los mapuches y un reconocimiento del liderazgo de Córdova.

Las protestas en apoyo a Córdova

La simpatía a su causa ha sido demostrada por varios sectores las últimas semanas.

El pasado 11 de agosto, en una protesta en solidaridad con la huelga de hambre, detuvieron a la hija de Michelle Bachelet, expresidenta de Chile y alta comisionada de los Derechos Humanos de la ONU. Francisca Daválos, junto con un grupo de manifestantes, brindaba a poyo a los mapuches. 

Días antes, se hizo viral un video donde un grupo numeroso de carabineros arrestaba de manera violenta a la 'werkén' (líder) de la organización mapuche Ad Mapu, Ana Llao, en Temuco, quien hacía un llamado a defender la vida de los huelguistas.

La prolongación de la huelga de hambre también había trasladado la diatriba al gremio médico, una vez la presidenta del colegio, Izquia Siches, afirmó hace días que "la alimentación forzada es éticamente inaceptable". En esos momentos, dada la situación de debilidad del líder, se contemplaba incidir de manera mecánica su alimentación y neutralizar, así, la posibilidad de su muerte.

Variadas manifestaciones de apoyo se han venido presentado tanto en la capital como en el sur del país, donde los mapuches habitan un territorio que defienden del Estado chileno. Tomas de municipalidades, descarrilamiento de trenes, choques con la Policía han formado parte del paisaje conflictivo de los últimos días.

Mientras tanto, en las cárceles de Temuco, Angol y Lebu se siguen desarrollando núcleos de huelga de hambre de otros presos mapuches.

El origen del conflicto

Córdova está preso y condenado a 18 años de cárcel por el asesinato de la pareja Luchsinger-Mackay, que murió quemada en 2013 en el predio donde vivía y a 2 kilómetros de donde lo detuvieron herido esa noche.

La huelga de hambre de Córdova y la salida digna con el acuerdo logran poner el conflicto mapuche en el centro de la atención en un país que en pocas semanas debe estar aprobando el inicio de un proceso constituyente

Por lo tanto, hablamos de un conflicto que se remonta a la disputa entre blancos terratenientes y comunidades indígenas desplazadas, que en muchas oportunidades se ha tornado violento. Y que no solo moviliza a los aliados de los mapuches, sino a sus enemigos históricos presentes a lo interno del Estado, las clases propietarias, las fuerzas armadas y, ahora también, los camioneros y jóvenes de derecha que se le oponen. 

La huelga de hambre de Córdova y la salida digna con el acuerdo logrado representa un desplazamiento en el terreno simbólico y estratégico, ya que consigue poner el llamado conflicto mapuche en el centro de la atención en un país que en pocas semanas, el 25 de octubre, debe estar aprobando el inicio de un proceso constituyente.

¿Un gobierno débil?

Además de las simpatías que levanta la lucha que lleva el 'mashi', habría que considerar que su acción es preocupante para el gobierno, en tanto ocurre meses después del denominado 'estallido chileno', en el que manifestaciones de toda índole inundaron las calles del país e hicieron tambalear a Piñera desde el último trimestre de 2019 hasta el primero de 2020.

Durante ese tiempo varias estatuas de colonizadores fueron tumbadas por la muchedumbre y la lucha mapuche, especialmente su bandera, se posicionó simbólicamente.

Este acuerdo puede considerarse como una victoria simbólica de la lucha mapuche y una reconsideración en la histórica postura excluyente del Estado chileno.

Desde aquellas jornadas que duraron hasta el comienzo de la pandemia, no había existido tanta tensión en el país con respecto a las posibilidades de volver a escenarios de movilización y violencia. Las protestas fueron tan tensas para el gobierno de Piñera que este acabó por mostrar su debilidad y tuvo que recurrir a un conjunto de pasos defensivos, reconociendo la magnitud de las demandas y expectativas de las multitudes recurrentemente movilizadas.

El acuerdo logrado no es un signo del cambio en la justicia para con las exigencias indígenas. Sin embargo, muestra cómo el gobierno necesita cerrar los flancos abiertos con el pueblo mapuche, ya que pueden desencadenar nuevas olas de protesta en el país, con el agravante de que este año la situación económica es mucho peor por el impacto de la pandemia. La Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) proyecta una caída de casi 8 puntos del PIB, mientras las cifras de decesos por el coronavirus ha superado las 10.000 muertes, siendo Chile uno de los países más afectados de la región.

Por los momentos, el 'mashi' sigue vivo, el plebiscito tiene fecha próxima y las demandas mapuches tienen mayor perspectiva de ser escuchadas que en ocasiones anteriores. Este acuerdo puede considerarse, entonces, como una victoria simbólica de la lucha mapuche y una reconsideración en la histórica postura excluyente del Estado chileno.

Ociel Alí López

Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.

–Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT–

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