El aumento de enfermedades cardiovasculares está directamente relacionado con el estado de la atmósfera terrestre: a medida que crece la contaminación del aire, incrementa el número de enfermedades graves asociadas a procesos degenerativos en el corazón y los vasos sanguíneos.
A esta conclusión llegaron los cardiólogos de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland (EE.UU.), después de haber estudiado el efecto del aire contaminado en el desarrollo de procesos cardiometabólicos en el cuerpo humano, que conducen a tales enfermedades y síndromes como resistencia a la insulina, diabetes tipo II y algunos otros. Su resultados fueron publicados en la revista Journal of Clinical Investigation.
Se trata del primer estudio de su tipo en comparar los cambios epigenéticos de todo el genoma en respuesta a la contaminación del aire, así como comparar y contrastar estos cambios con los de seguir una dieta poco saludable y examinar el impacto del cese de la contaminación del aire en estos cambios.
Experimentos en ratones
En este estudio, los científicos estadounidense crearon un ambiente que imitaba un día contaminado en Nueva Delhi o Pekín, saturando el aire con partículas finas llamadas PM2.5 (de hasta 2,5 micrones de tamaño). "Las partículas concentradas como estas se desarrollan a partir del impacto humano en el medio ambiente, como los gases de escape de los automóviles, la generación de energía y otros combustibles fósiles", explicó Sanjay Rajagopalan, uno de los autores del estudio.
Estas partículas son especialmente peligrosas para las personas con patología cardiovascular preexistente, enfatizó el experto. Provocan una exacerbación de enfermedades y el desarrollo de afecciones patológicas agudas como infartos y accidentes cerebrovasculares. Los procesos cardiometabólicos, a su vez, provocan diabetes y otras enfermedades asociadas con daños al sistema endocrino.
Los investigadores llevaron a cabo experimentos en ratones de laboratorio, dividiéndolos en tres grupos. Al primero se le permitió respirar el aire purificado, al segundo se le permitió respirar el aire contaminado durante 24 semanas, al tercero se le ofreció comida saturada de grasa.
Tanto los grupos de contaminación del aire como los de dieta alta en grasas mostraron resistencia a la insulina y un metabolismo anormal, tal como se vería en un estado prediabético.
Estos cambios se asociaron con alteraciones en el epigenoma, una capa de control que puede activar y desactivar magistralmente miles de genes, lo que representa un amortiguador crítico en respuesta a factores ambientales.
"La buena noticia es que estos efectos fueron reversibles, al menos en nuestros experimentos", agregó Rajagopalan. "Una vez que se eliminó la contaminación del aire del medio ambiente, los ratones parecían más saludables y el estado prediabético pareció revertirse".