La catastrófica explosión en el puerto de Beirut de principios de este agosto ocasionó entre 3.800 y 4.600 millones de dólares en daños materiales, según evaluó el Banco Mundial junto con expertos de la ONU, la UE y varios organismos libaneses. El informe señala que la ciudad necesitará de ayuda internacional y una gran inversión privada para poder recuperarse.
Aparte de los estragos que el potente estallido dejó en calles, hospitales, escuelas y miles de hogares de la capital libanesa, sus efectos obligaron también a cerrar numerosas empresas, lo que contribuyó a una pérdida de actividad económica por valor de 2.900 a 3.500 millones de dólares. Viviendas, transporte y bienes culturales se encuentran entre los sectores más afectados, según recoge la agencia Bloomberg.
El informe, emitido este lunes, califica lo sucedido de desastre y prevé tanto una contracción de la economía, como un empeoramiento en las tasas de la pobreza, en la que el 45 % de la población de Beirut vivía antes de esta explosión. No obstante, para acceder a la asistencia internacional y "desbloquear las fuentes de financiamiento del sector privado y externo", el documento pide a las autoridades libanesas implementar "una agenda de reformas creíble".
Días después de la tragedia, el Gobierno del país presentó su dimisión en bloque y este lunes han comenzado las conversaciones parlamentarias para nombrar a un nuevo primer ministro. En una alocución televisada, el presidente libanés, Michel Aoun, ha reconocido la necesidad de "cambiar el sistema" a favor de un Estado laico y ha propuesto abandonar el principio confesional de formación del poder.