Las comisiones designadas para investigar la muerte de cuatro bebés que fallecieron tras ser infectados por una bacteria en el Hospital de la Mujer y el Niño de Borgo Trento en Verona (Italia), han concluido que el microrganismo se alojó en los biberones y en un grifo de agua utilizado por el personal.
Las deficiencias de higiene y el irrespeto o cumplimiento parcial de los protocolos de seguridad —como lavarse las manos con frecuencia, renovar los guantes para tratar a cada paciente o función, así como el cambio de zapatos y máscaras— generaron una epidemia durante 2018 y 2019 en la unidad de cuidados intensivos neonatales del establecimiento a causa de la bacteria letal Citrobacter.
En total, 96 menores fueron infectados, 9 bebés presentaron daños cerebrales y hubo cuatro víctimas mortales. Los resultados llegan más de un año después de iniciadas las investigaciones tras una batalla legal comenzada por la madre de Nina, una de los niñas afectadas, identificada como Francesca Frezza, siendo la primera persona en denunciar el caso.
Los expertos a cargo determinaron que el grifo del lavamanos del área estaba literalmente "colonizado" por la bacteria asesina y otros microorganismos que podían representar un riesgo para la salud de los pacientes.
Según los informes, usar agua del grifo en lugar de agua esterilizada fue probablemente el error fatal. La sala del hospital permaneció cerrada desde el pasado 12 de junio para proceder con el saneamiento total de los espacios, y el 1 de septiembre se produjo la reapertura.
"El saneamiento se tuvo que hacer hace dos veranos, cuando ya habían surgido los primeros casos de Citrobacter. Si no hubieran esperado tanto tiempo, ahora mi bebé y los otros tres niños seguirían con vida", comentó Frezza a Corriere del Veneto.