La construcción del gasoducto Nord Stream 2 siempre ha provocado discusiones tanto en suelo europeo como al otro lado del Atlántico, pero últimamente ha sido fuertemente politizada en el contexto del supuesto envenenamiento del opositor ruso Alexéi Navalny, escribe en su columna para RT Karin Kneissl, exministra de Asuntos Exteriores de Austria.
Voces en contra del Nord Stream 2
Kneissl recuerda, que, a pesar de los desacuerdos iniciales, los representantes de varios partidos políticos de Alemania finalmente llegaron a un consenso y apoyaron la construcción del Nord Stream y luego el proyecto Nord Stream 2 ya fue recibido con entusiasmo. No obstante, desde EE.UU. y Polonia desde hace tiempo han estado argumentando que un gasoducto directo de Rusia a Alemania haría que el país "dependiera demasiado de la energía de un socio políticamente poco confiable".
"Como ministra de Asuntos Exteriores de Austria, yo misma en repetidas ocasiones he sido testigo de críticas muy duras a este proyecto por parte de políticos y funcionarios estadounidenses", afirma Kneissl.
Recuerdo cómo el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, en un discurso al margen de la Asamblea General de la ONU en septiembre del 2018, se centró en un solo tema: el proyecto Nord Stream 2. Objeté que los gasoductos no se construyen para molestar a los demás, sino porque hay demanda de ellos
En línea con esta política, el presidente de EE.UU., Donald Trump, firmó el año pasado una legislación que impone sanciones a cualquier empresa que ayude a la empresa de gas rusa Gazprom a completar la construcción del gasoducto. "En la Casa Blanca temen que la implementación del proyecto lleve a un mayor control de Rusia sobre el suministro de energía a Europa, así como a una reducción de la participación del gas natural licuado estadounidense en el lucrativo mercado europeo", señala Kneissl.
Estas sanciones provocaron retrasos en la construcción de este gasoducto por 11.000 millones de dólares. Aun así, actualmente el Nord Stream 2, de unos 1.200 kilómetros de largo, ya está casi terminado y debería empezar a funcionar el año que viene.
"Pero ahora, en las etapas finales de construcción, todo pende de un hilo debido al presunto envenenamiento del líder opositor ruso Alexéi Navalny, cuyo estado de salud ha provocado una cacofonía política sobre los fundamentos de las relaciones entre Alemania, la UE y Rusia, con el gasoducto en primer plano", indica Kneissl.
Politización a gran escala
Varias fuentes alemanas, incluido el Laboratorio de las Fuerzas Armadas Alemanas, afirmaron que Navalny fue envenenado con un agente nervioso del grupo Novichok, alegando que una sustancia de este tipo solo puede estar al alcance de las autoridades rusas. Moscú, por su parte, niega que esté involucrada y pide a la parte alemana los materiales relacionados con la condición de Navany para poder analizarlos. De momento, Alemania no ha transferido ningún documento a Moscú, por lo que Rusia considera infundadas todas las acusaciones en su contra.
El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, en una entrevista publicada este domingo por Bild, dijo: "Espero que Rusia no nos obligue a cambiar nuestra posición sobre el Nord Stream 2. Tenemos grandes esperanzas en que el Gobierno ruso resuelva este grave crimen".
Al mismo tiempo, Maas admitió que detener la construcción del gasoducto, casi terminado, perjudicaría los intereses de las empresas alemanas y europeas en general, y señaló que "más de un centenar de empresas de 12 países europeos, aproximadamente la mitad de ellas de Alemania, están participando en la construcción del gasoducto". No obstante, amenazó al Kremlin con sanciones más amplias de la UE si la parte rusa no ayuda a resolver lo que sucedió "en los próximos días".
¿Quién celebrará acuerdos tan importantes con empresas alemanas cuando, debido al entorno político, los términos del acuerdo pueden cambiar literalmente de la noche a la mañana?
Mientras tanto, canciller alemana, Angela Merkel, todavía está tratando de encontrar un equilibrio entre las obligaciones legales del país en concordancia con su mantra de que el Nord Stream 2 es un "proyecto puramente comercial" y la actual grave crisis de política exterior, escribe Kneissl.
"La canciller siempre se ha centrado en el aspecto empresarial. Pero la mayoría de los grandes proyectos energéticos también tienen una dimensión geopolítica, y el Nord Stream ciertamente no es una excepción", afirma. "Una cosa era segura: la resistencia estadounidense al Nord Stream no se debilitaría, y ahora el caso Navalny le ha dado un nuevo impulso. Lo que estamos viendo es una politización a gran escala del gasoducto, y mucha gente está haciendo declaraciones ruidosas al respecto", indica la política austríaca.
Confianza amenazada
"Es necesario trasladar la discusión de este tema más allá del espacio mediático y de las mezquinas políticas momentáneas. Para algunos, las declaraciones fuertes pueden jugar a favor de algunos, pero claramente no sirven a los intereses de todas las partes involucradas", afirma Kneissl, añadiendo que "hay mucho en juego", ya que no se trata solo del suministro de energía durante el período de transición, ya que la energía nucleoeléctrica se elimina gradualmente.
"Es mucho más complicado. Como profesional del derecho, mi mayor preocupación es la pérdida de confianza en los contratos. Si el gasoducto se cancela por razones políticas, la principal víctima será Vertragstreue, como se le llama en alemán: la lealtad a los contratos. Este es uno de los principios fundamentales de cualquier civilización […]. Todo nuestro sistema legal se basa en esto", subraya.
"¿Quién celebrará acuerdos tan importantes con empresas alemanas cuando, debido al entorno político, los términos del acuerdo pueden cambiar literalmente de la noche a la mañana?", concluye la exministra.
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