Animales carbonizados o huyendo de las llamas, asustados, deshidratados, heridos y agonizando de dolor. Son imágenes que se repiten estos días en el Pantanal, el humedal más grande del planeta, donde el fuego ha devorado parte del territorio.
La prensa se hace eco de conmovedoras historias como la de una pareja de vecinos que utilizó tuberías y mangueras para trasladar el agua del pozo de su granja hasta la seca laguna. Al día siguiente se podía ver a ciervos, tapires, capibaras, lobos, jabalíes, monos o tucanes calmando su sed.
Esta llanura aluvial, santuario de la biodiversidad y reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se extiende a través de Bolivia, Paraguay y Brasil, país que concentra el 70 % del bioma y parte de los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul.
Los incendios ya han destruido 2.349.000 hectáreas en estos dos estados. Con 5.603 focos registrados hasta el 16 de septiembre, los fuegos de este mes serán los mayores de la historia del Pantanal: ya superan los 5.498 contabilizados en el mismo periodo de 2007, que hasta la fecha era una cifra récord en ese mes.
En Mato Grosso, donde el Gobierno decretó esta semana el estado de emergencia, se ha concluido que los fuegos, como ocurre en la Amazonía o en el Cerrado, comenzaron de manera intencionada para quemar vegetación y crear zonas de pastos para el ganado. Muchos otros son consecuencia de las altas temperaturas, la prolongada ausencia de lluvias y la fuerza de los vientos.
Refugio de jaguares
En agosto, el fuego destruyó la hacienda de Sao Francisco do Perigarara, situada en el norte del Pantanal, y el mayor refugio de guacamayos azules del mundo.
Ahora son los jaguares los que se encuentran amenazados por los incendios en el parque ambiental 'Encontro das Águas', también el mayor refugio de estos felinos a nivel mundial. Los fuegos han devastado ya un 85 % de esta reserva de 108.000 hectáreas.
El paradero de los jaguares se desconoce, pero llegan noticias concretas de algunos de ellos. La semana pasada, se rescató a una hembra con quemaduras en sus patas y tras recibir los primeros auxilios fue trasladada en helicóptero hasta un hospital veterinario en Cuiabá. El mes pasado, otro jaguar apareció en las casas de los vecinos del Pantanal huyendo del fuego. Tenía quemaduras de tercer grado, había inhalado una gran cantidad de humo y se encontraba en un estado grave de deshidratación.
Se calcula que más de 1.200 especies de animales vertebrados –36 en peligro de extinción– viven en el Pantanal. Varios grupos de voluntarios se han organizado para intentar salvarlos. También se han lanzado campañas como 'SOS Animais Silvestres' para recolectar medicamentos e insumos de uso veterinario.
Patrullas de voluntarios
Eduarda Fernandes es guía turística y junto a otros cuatro voluntarios lleva casi un mes en primera línea de batalla. Cada día, el grupo sale a patrullar en busca de animales heridos y distribuye en zonas específicas alimentos y agua en abrevaderos con una capacidad de 140 litros.
"Muchos animales ya están esperando a que los abrevaderos sean abastecidos. Lo que muestra la difícil situación", comenta en una conversación telefónica a RT.
Fernandes explica que a la hora de rescatar un animal son muy cuidados. "Pero cuando es necesario, intervenimos", asegura. Por el momento, ya han rescatado a 17 animales, entre ellos, cobras, jaguares, caimanes, capibaras o coatíes.
Esta guía del Pantanal afirma que nunca ha visto nada igual en la zona. "Es un escenario de destrucción con muchos animales muertos. El fuego va muy rápido y son muchos los que después de dos o tres días no resisten y fallecen deshidratados y por falta de comida", lamenta.
El grupo comenzó de manera independiente, pero ahora cuenta con la ayuda de asociaciones como SOS Pantanal y del Grupo de Rescate de Animales en Desastres (Grad), que trabajaron en las tragedias provocadas tras la ruptura de los diques en Mariana (2014) y Brumadinho (2019).
Felipe Augusto Dias, director de SOS Pantanal, aclara que los animales con menor capacidad de locomoción son los que más sufren ante la velocidad de los incendios, así como los que se guían por el olfato.
Para los especialistas, en esta zona solo la lluvia puede mejorar la situación actual. Y es que además de los incendios, el Pantanal se enfrenta a la mayor sequía de las últimas dos décadas.