El plan de las autoridades griegas para abastecer a las escuelas con mascarillas gratuitas sufrió un inconveniente mayor ya en el primer día del nuevo año escolar, cuando los alumnos recibieron tapabocas tan grandes que les cubrían la cara entera, debido a errores en las medidas.
El contratista Yiannis Stathopoulos, cuya empresa ganó una licitación para fabricar 500.000 mascarillas, comentó a Open TV que "el tamaño era demasiado grande desde el principio": para los niños de hasta 10 años le pidieron hacer mascarillas de 10 por 18 centímetros, y para alumnos mayores y maestros, de 12 por 22 centímetros.
El lunes, cuando los alumnos recibieron sus tapabocas, las redes sociales se inundaron de fotos en torno a esa ayuda gubernamental.
El viceministro de Salud, Vassilis Kontozamanis, explicó ante los periodistas el martes que "fue un malentendido" y sostuvo que las medidas que se dieron fueron para el tejido "pre-cosido". "Esto se arreglará", prometió.
Por su parte, Stathopoulos insistió en que su emprea siguió al pie de la letra las indicaciones de su contrato, definidas por expertos gubernamentales en materia de salud.
En Grecia el uso de mascarillas es obligatorio en los colegios, el transporte público y espacios públicos cerrados. Según Greek Reporter, una de cada tres mascarillas entregadas a los colegios, casi 1,5 millones, resultó ser de tamaño erróneo.
El Movimiento para el Cambio (KINAL) calificó el suceso de "fiasco sin precedentes" y criticó al Gobierno por haber abierto los colegios "sin una preparación adecuada para la protección de la salud de los niños" y por imponer el "hacinamiento en las aulas".
La entrega de esas enormes mascarillas generó críticas no solo de la oposición. La parlamentaria Dora Bakoyiannis, hermana del primer ministro griego, también reconoció que fue un "fracaso catastrófico".