"Me llamó José, pero me dicen Zamba", dice un nene moreno, vestido con su guardapolvos escolar y mochila a la espalda que invita a viajar por el tiempo en asombrosas excursiones con héroes como José de San Martín y Manuel Belgrano y la heroína Juana Azurduy, pero también con los pueblos originarios, los trabajadores de América Latina, los próceres de la Revolución Mexicana o para saber qué pasó en la guerra de las Islas Malvinas y durante la última dictadura argentina.
Zamba vive en Formosa, una provincia del norte argentino; ama el chipá, un pan típico de la región; le gusta ver la tele y de grande quiere ser astronauta. Y, además, es el personaje central de Pakapaka, el primer canal público infantil de Argentina que hoy cumple 10 años consolidado como un proyecto cultural con visión latinoamericanista.
A lo largo de una década, este dibujo animado rompió con los estereotipos del entretenimiento infantil en el país sudamericano, en donde, al igual que en el resto de la región, predominan las señales estadounidenses.
"Ya hay una generación Pakapaka", dice a RT Jésica Tritten, fundadora del canal, quien subraya la importancia de que forme parte de un proyecto cultural enfocado en las infancias.
"El 17 de septiembre de 2010, cuando nació, Pakapaka fue una celebración para toda la región. Era el primer canal público que concebía a las audiencias infantiles como sujetos de derechos. En ese momento acá había ocho señales para niños y niñas, y siete se producían en Estados Unidos, prueba clara de la colonización cultural", recuerda.
También había un consenso sobre la neutralidad del lenguaje que se mostraba en la televisión infantil, agrega, "pero nosotros decíamos que era fundamental mostrar la diversidad de nuestro país y de nuestro Continente, que eso tuviera relación con lo que se veía en la pantalla, que necesitábamos mostrar los diferentes acentos y formas de interactuar en las provincias argentinas y en los países latinoamericanos".
Del fortalecimiento al desguace
Tritten, actual gerenta general de los canales públicos Encuentro, Pakapaka, DeporTV y Contar, afirma que la creación de esta señal fue una decisión política muy importante de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, porque solamente las grandes industrias culturales globales fomentan proyectos de este tipo.
"Después ayudamos a surgir otras señales publicas infantiles en Ecuador, Colombia y México. En Perú ayudamos a armar un canal desde cero. Hoy (el exministro de Educación) Alberto Sileoni decía que es el único proyecto cultural que pudo combinar ternura y conciencia soberana. Eso nos emociona. Formamos parte de un colectivo al que llamamos la Patria Grande", explica.
A pesar de su insistencia en la identidad, aclara, no se trata de limitar a las infancias: "Nos encanta que las niñas se quieran vestir de princesas, pero también que quieran ser Juana Azurduy. Y que San Martín, Belgrano y Bolívar se hayan sumado a la lista de superhéroes".
En el caso de Zamba, celebra que se haya metido en el corazón de niñas y niños, tanto que, a pesar de que el dibujo animado se dejó de producir durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), los programas siguieron siendo utilizados en escuelas de todo el país como apoyo educativo.
"El macrismo fue momento muy triste, de desguace institucional, se eliminó la producción de contenidos, sacaron a Pakapaka de la grilla de programación por cable y destruyeron puestos de trabajo. En 2015 había 30 trabajadores en el canal, hoy apenas hay ocho", dice al lamentar el especial ensañamiento que hubo contra un proyecto que era revolucionario porque apostaba a la emancipación cultural de las infancias.
Apostar por los derechos
Desde que nació, han sido frecuentes las críticas contra Pakapaka por "ideologizar" a la niñez. Pero Tritten considera que ese es un debate pobre alimentado por la oposición.
"Discutir eso es una trampa. Nuestro trabajo forma parte de una mirada global del sistema educativo, no es sólo un canal infantil, acordamos contenidos con especialistas, profesores, nos apoyamos en algo tan vasto y heterogéneo porque las escuelas del país no son iguales entre sí, es un trabajo colectivo muy grande", advierte.
Lo más importante, afirma, es que las chicas y los chicos quieren al canal, a Zamba, y lo protegen porque lo usan para hacer sus tareas o simplemente para entretenerse.
"Pakapaka vino a dar una discusión sobre el entretenimiento y la calidad. No percibe a las infancias como consumidores, son sujetos de derechos, y no desde un lugar naif, no es algo declamativo. Lo anclamos en la realidad argentina pero tenemos un compromiso histórico y particular con los que menos tienen. Es una perspectiva política responsable que entiende que no hay una infancia única. Y a partir de esa diversidad, podemos construir un colectivo", concluye.