Que el médico colombiano Germán Leonardo Abril sea el único latinoamericano que forma parte del equipo que trabaja en los ensayos de la vacuna rusa Sputnik V, en Moscú, es una muestra tangible de su perseverancia y amor por la ciencia.
Este joven de 30 años, nacido en el municipio Mogotes, en el departamento colombiano de Santander, se encontraba realizando un postgrado de Neurocirugía en la Primera Universidad Estatal Médica de Moscú 'IM Séchenov', cuando la emergencia por el coronavirus hizo que esa casa de estudio se volcara a la atención de los pacientes con esa enfermedad. Así, en medio de la dinámica cotidiana en el contexto de la pandemia, se vinculó al arduo trabajo de la fase de ensayos clínicos de esta vacuna que "es la más adelantada que existe", según ha contado en entrevista con RT.
Germán llegó a Moscú luego de que las autoridades académicas de su país le cerraran las puertas de las universidades donde pretendía realizar su especialización por haber estudiado medicina en Cuba. Esta negativa, más allá de la tristeza que le causó, hizo que buscara otras opciones, aprendiera un nuevo idioma, volara más de 10 mil kilómetros, comenzara una nueva etapa en su educación y hoy se sienta orgulloso de formar parte del equipo que desarrolla la Sputnik V.
RT: ¿Cómo llega a Cuba?
G.L.A.: Me gradué en 2006 y tuve muy buenos resultados en el examen estatal de calidad de la educación del Instituto Colombiano para la Evaluación de la Educación. Saqué el mejor resultado de mi colegio y quedé entre los mejores de Santander. Sin embargo, ese puntaje no fue suficiente para acceder a medicina en la única universidad pública que ofertaba esa carrera en mi departamento.
Después de eso recibí la noticia de que había ganado una beca y me fui a estudiar medicina, a principios de 2007, a la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba. Fue una experiencia muy bonita, aprendí muchísimo y estoy muy agradecido con ellos. Allí confluyen estudiantes de prácticamente todos los países de América Latina, de EE.UU. y de algunos países africanos.
La academia médica cubana es una de las mejores del mundo y para mí es un orgullo ser graduado de allí.
RT: ¿Cómo fue su regreso a Colombia?
G.L.A.: Regresé en 2013 como médico general. Al volver hice los trámites de convalidación del título, el año de servicio social obligatorio o "año rural" en el municipio Garzón (cuya economía se basa principalmente en la agricultura), en el departamento del Huila (suroeste del país).
Mi deseo era continuar con la carrera médica, con el posgrado en Neurocirugía, por lo que empecé a prepararme para presentar los exámenes de admisión de distintas universidades colombianas.
Pasaba los exámenes, cumplía con los requisitos de cada universidad, pero cuando llegaba a la entrevista con un tribunal de selección me descartaban porque decían que era graduado en Cuba y que por eso era 'comunista', 'guerrillero', 'socialista', que iba organizar sindicatos y revoluciones con los trabajadores de los hospitales y los demás estudiantes de especialidades de las universidades y que eso no era lo que deseaban.
Fue una época difícil. Tras muchas jornadas de esfuerzo y años de preparación se cerraban las puertas. Fue duro, triste y doloroso. Me costó mucho entenderlo en el momento.
RT: ¿Se lo decían abiertamente ?, ¿cómo priva un criterio político sobre uno académico?
G.L.A.: Sí, me lo decían a la cara, de frente, incluso en un par de ocasiones fue en tono inquisidor. Cuando uno está en un tribunal como ese y es evaluado, solo tiene una opción y es aceptar su criterio. Lastimosamente en Colombia no he sido el único que ha tenido que ver la parte negativa de estas entrevistas. Son cientos de colegas y compañeros que año tras año recorren un camino similar en el que se esfuerzan, son buenos, tienen mérito académico, pero llegan a estos tribunales y son rechazados.
RT: Ante ese panorama, ¿qué hizo?
G.L.A.: Tenía dos opciones: resignarme y seguir trabajando como un médico general o perseverar y seguir adelante con mi sueño de ser especialista en Neurocirugía. Así empecé a ver opciones en el extranjero.
Ya en Cuba eran muchos los profesores que hablaban de que la academia rusa era muy buena, que tenía mucha historia y estándares de alta calidad. Además es un país con una gran cantidad de premios Nobel en medicina, en fisiología, en química. Busqué las maneras de ir a Rusia y en 2017 decidí venir.
Inicié con un curso de ruso, hice una prueba para certificar mi conocimiento del idioma, un examen de conocimiento médico general y uno de conocimiento específico en el campo de la neurocirugía, entre otras cosas, y así obtuve el puesto para la residencia en Neurocirugía en la Primera Universidad Estatal Médica de Moscú 'IM Séchenov'.
RT: ¿Cómo se vinculó con los ensayos de la vacuna Sputnik V?
G.L.A.: En marzo, la universidad toma la decisión de cambiar el perfil de atención de todos sus centros de atención médica a la atención específica de los pacientes con coronavirus. Y ahí empieza un proceso de reeducación, entrenamiento, adquisición de habilidades y conocimiento para la atención de estos pacientes.
La universidad posteriormente se vinculó con el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, que lidera el proyecto de la vacuna Sputnik V, en lo que tiene que ver con la fase de ensayos clínicos, y esa es la relación que tengo con el proyecto.
RT: ¿Cómo es su dinámica?
G.L.A.: Son jornadas largas, hay que levantarse temprano y estar con las pilas puestas desde el primer día. El horario de trabajo es bastante flexible, en el sentido de que se sabe cuándo se inicia pero no cuándo se termina.
RT: ¿Cómo son los ensayos donde usted participa?
G.L.A.: Primero se debe hablar del proceso de desarrollo de la vacuna Sputnik V.
En noviembre de 2019 se describe por primera vez el coronavirus del covid-19 y empieza toda una tipificación de este virus: un estudio concienzudo y profundo de sus características, del material genético que tiene en su interior, de cómo entra a las células, cómo se inicia esa replicación dentro del ser humano, cómo cursa como enfermedad en un individuo, cómo eran las complicaciones al padecer la enfermedad, cuáles son los mecanismos de defensa del cuerpo y cómo puede llegar a curarse.
Como el virus se traslada de una persona hacia otra, en aquel momento se descartó que se transmitiera a través de vectores (animales) y se determinó que era por las gotas de saliva o de mucosidades que quedaban flotando en el aire cuando una persona tosía, estornudaba o hablaba durante mucho tiempo en voz alta sin usar tapabocas. Luego se comenzó a observar a los pacientes recuperados durante un tiempo. Se les hicieron unas titulaciones de anticuerpos (análisis clínico de laboratorio) y se les vigiló clínicamente para valorar si volvían a enfermarse o no.
Ya entre enero o febrero se determinó que, al menos durante ese período, los pacientes no volvían a enfermarse aun cuando volvían a estar expuestos y en contacto con otros pacientes que tenían el coronavirus activo. A partir de allí se prendió la luz de la esperanza, porque se decía que sí era posible desarrollar una inmunidad contra el coronavirus.
RT: ¿Cómo fue el proceso de la vacuna?
G.L.A.: Se inició una fase de diseño molecular de la vacuna, se hicieron prototipos y se ensayaron in vitro en unos laboratorios.
La teoría evidenció que había un modelo que era muy viable que utilizaba una tecnología de adenovectores —que son adenovirus o virus muy antiguos que han existido incluso desde antes de la aparición del hombre— y que afectan las vías respiratorias superiores.
A estos adenovirus se les hacen unas modificaciones genéticas, que consisten en quitarles su capacidad de reproducirse, y se les inocula el material genético del virus para la parte en la que uno quiere desarrollar inmunidad.
Básicamente lo que se hace es que las células del cuerpo sean capaces de producir anticuerpos para que no se pueda unir el virus con las células.
RT: ¿Cuáles fueron las fases de las pruebas?
G.L.A.: Primero se hicieron pruebas con pequeños roedores, los resultados fueron positivos; después con simios superiores, los resultados eran alentadores, y se decidió hacer las primeras pruebas con humanos (fase clínica).
La primera fase era determinar la seguridad de la vacuna. En esa primera etapa se escogieron a jóvenes de entre 18 y 35 años, saludables, que no hubieran tenido contacto de ninguna manera con pacientes con coronavirus y en ejercicio militar dentro de Rusia.
Se evidenció que hasta 92 % de los pacientes presentaban dolor en el sitio de la inyección, que es normal; entre 40 y 48 % presentaban fiebre, no superior a los 39 grados, en la primera dosis, y alrededor de 13 % desarrollaron otros efectos adversos como malestar general, debilidad, decaimiento, dolores articulares, escalofríos, muy similares a los de un resfriado común.
Se determinó que la vacuna era segura, se amplió la muestra y se utilizaron en la siguiente subfase alrededor de 40.000 nuevos pacientes de los dos géneros y de todas las edades, que tuvieron resultados muy similares.
Se siguió a la siguiente fase para determinar si la vacuna era efectiva, es decir, si era inmunogénica. Se determinó que la respuesta inmunológica que se generaba era superior a la inmunogenicidad que se produce en los pacientes que se contagian y se curan.
La otra fase fue determinar la durabilidad de la inmunización contra el coronavirus. Para esto se han tomado muestras periódicas en estos pacientes vacunados y, tras la observación de unas curvas de decrecimiento y gracias a unos algoritmos informáticos de proyección y de prognosis, se determina que la vacuna generará una inmunidad en los pacientes de hasta dos años.
RT: ¿Usted está vacunado o le corresponde cuando se aplique al personal médico?
G.L.A.: No estoy vacunado. Se espera iniciar una campaña de vacunación masiva a partir de la última semana de septiembre o de la primera semana de octubre. Se aplicarán alrededor de 2 millones de dosis por mes. Es una vacunación voluntaria pero las poblaciones objetivo son el personal sanitario, los pacientes de la tercera edad y otros grupos de alto contacto con el público. Paulatinamente se irá extendiendo hasta el resto de la población.
RT: ¿Hay otros latinoamericanos en su equipo?
G.L.A.: No que tenga entendido.
RT: ¿Esta vacuna se producirá en países de América Latina?
G.L.A.: La capacidad de producción que tiene en este momento Rusia es de 2 millones de dosis por mes, pero se estima que, en una proyección optimista, se podrán producir hasta 500 millones de dosis por año.
Para cubrir un espectro global hacen falta aún más millones de dosis. Por eso, se contempla la posibilidad de trabajar en conjunto con otros países con laboratorios que tengan un nivel tecnológico similar y que rápidamente puedan adaptar sus líneas de producción para la vacuna. En América Latina esos países son Cuba, Brasil y eventualmente México, aunque pueden aparecer nuevos actores en el ámbito latinoamericano.
RT: ¿Cree que pueda llegar a su país?
G.L.A.: Rusia está dispuesta a compartir su logro en la ciencia con todos los países que así lo deseen. Está abierta a conversar de manera bilateral y los organismos que lo deseen pueden ponerse en contacto con el Instituto Gamaleya, que liderará estas relaciones. Pero hace falta contactarse.
Tengo entendido que en el caso de Colombia el embajador de Rusia en ese país envió una carta ofreciendo esta posibilidad, pero en el espectro de observación de proyectos del Ministerio de Salud y de Ciencia en el momento actual no está el proyecto Sputnik V, como sí lo están otros de AstraZeneca, Pfizer y Johnson & Johnson.
Cada país es libre de recibir o rechazar uno u otro proyecto, sin embargo, en el momento actual el mundo no está en condiciones de escoger qué le gusta y qué no, estamos cruzando por una pandemia donde muchas personas siguen enfermándose, incapacitadas por la convalecencia, agravándose, llegando a cuidados intensivos y falleciendo.
Cada país debería abrazar y ver con ojos de esperanza los resultados de este proyecto y ponerse en contacto porque hoy en día es la vacuna más adelantada que existe.
RT: ¿Qué opina de quienes criticaron la "rapidez" con la que salió la Sputnik V?
G.L.A.: La vacuna es cierto que salió bastante rápidamente gracias a que en Rusia se flexibilizó el proceso legal y burocrático para la realización de pruebas debido a que en este país convergen los intereses del Ministerio de Salud con el de Defensa, entendiendo esto como una situación de seguridad biológica nacional. Fue una conjunción de ministerios, organizaciones y equipos de trabajo que se unieron en la bandera Sputnik V. También debe tomarse en cuenta la acumulación de conocimientos del Instituto Gamaleya en experimentación con adenovectores, el desarrollo de dos vacunas contra el ébola, que ya también están en fase tres; la vacuna que se desarrolla contra el otro coronavirus vigente, que afecta al Oriente Medio.
Que haya salido rápidamente debería ser positivo porque es un mensaje para el mundo de que se está listo y que se cuenta con la tecnología para poder afrontar una pandemia, pero lastimosamente se quiso ver por el lado de que era apresurado.
Las comunidades científicas, en su mayoría, saludan al logro ruso, pero los periodistas que cubren temas científicos, que muchas veces están movidos por otros intereses y que se basan en la información que buscan 'googleando', son los que atacan. Y es difícil de digerir.
Uno de los logros de la vacuna es que rompe con la especulación, es decir, a medida que avanzan los meses y la enfermedad se va extendiendo por el mundo, los diferentes sistemas se ven cada vez más estresados y eventualmente los países se verían dispuestos a pagar sumas más altas por la adquisición de dosis de vacunas contra el coronavirus.
Rusia al lanzar la vacuna rompe con ese mercado de la especulación, le dice al mundo que es posible hacerla y que tiene unos costos que son asequibles casi para cualquier país, aun en las situaciones más adversas económicas.
Algunos dicen que este es un episodio más de la Guerra Fría y yo, como latinoamericano, entiendo que la guerra es la confrontación de dos o más grupos, con la agresión mutua como herramienta fundamental. Este proyecto está lleno de amor y esperanza y busca salvaguardar el bienestar de la humanidad.
RT: ¿Cree que su regreso a Colombia será fácil?
G.L.A.: Quiero regresar a Colombia porque es mi país y mi patria, allí está mi familia y muchos de mis amigos. Considero que todas las personas que hemos tenido la fortuna de recibir educación tenemos el deber de luego contribuir a educar a otros. Es un sueño que tengo: volver a mi país a ofrecer a la gente muchas de las cosas que he aprendido.
Me asaltan dudas porque sé que no será un regreso fácil por razones múltiples, pero lo deseo con mucha fuerza. Trato de ser optimista y de tener una mentalidad.
Soy consciente de que hay mucha gente con prejuicios todavía, con ideas erróneas, el tiempo lo irá diciendo, las puertas se irán abriendo poco a poco.
RT: ¿Cómo se siente al formar parte del equipo que prueba la vacuna?
G.L.A.: Prefiero no ser el protagonista porque es un equipo grandísimo, de mucha gente abnegada, trabajadora, brillante, sacrificada y es el grupo el que realmente se merece todos los aplausos. Yo prefiero mantenerme al ladito. Es un orgullo.
Nathali Gómez
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